23 de junio del 2024: decimosegundo domingo del tiempo ordinario (ciclo B)

 

«¿Pero ¿quién es éste?


¿Quién no ha experimentado nunca la tormenta que, a veces, sacude toda nuestra existencia, hasta el punto de que nuestra fe puede flaquear, como la llama de una vela que arriesga apagarse ante la menor corriente de aire? Apenas hay tiempo para dudas, preguntas y recriminaciones, no sólo para saber lo que Dios está haciendo, sino también para comprender lo que le hemos podido hacer nosotros para encontrarnos en el corazón de la agitación, con la terrible sensación de "estar perdidos, abandonados. El único grito que arriesgamos es entonces una especie de lamento: “Pero ¿qué le he hecho al buen Dios?»

El evangelio de hoy nos sumerge en la tormenta y, al mismo tiempo, nos invita a recuperar la confianza, a poner la fe en aquel que silencia los vientos contrarios.

En la barca, Jesús dice a sus amigos que acaban de despertarlo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» En medio de la tormenta, Jesús dormía, pero estaba muy presente, en la barca, junto a su pueblo. Presente, el Resucitado está también en el corazón de las tormentas que agitan nuestra vida, sacándonos de las angustias para abrirnos un futuro, haciéndonos siempre criaturas nuevas.

¿Quién es entonces él para hacer nuevas todas las cosas? Un mundo nuevo sigue naciendo. El reino de Dios avanza. Alegría y profunda paz da su contemplación. ¡Dios está muy presente!

Los textos de hoy me hacen descubrir lo que me hace la fe. ¿Soy plenamente consciente de que creer, seguir a Cristo, ser bautizado da una dirección decisiva a mi vida?
¿Qué coherencia hay entre mis acciones y la palabra de Dios que guía mis pasos?
¿Quién es Dios para mí? 

Benoît Gschwind, obispo de Pamiers

 



Primera lectura

Lectura del libro de Job (38,1.8-11):

El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas"?»



Palabra de Dios

 

 

Salmo

Salmo responsorial Sal 106,23-24.25-26.28-29.30-31

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia


Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano. R/.

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al abismo,
el estómago revuelto por el marco. R/.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar. R/.

Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
en gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. R/.

 

 

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,14-17):

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Palabra de Dios

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-40):

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor

 

 

 

 

A guisa de introducción:  

 

Despertar a Cristo en nuestras vidas

 

¿Saben ustedes que es la astrafobia? ¿O la brontofobia?  Es el miedo a las tormentas y o tempestades…Personalmente de pequeño me inundaba el miedo cuando arreciaba la fuerte lluvia, comenzaba a relampaguear y luego a tronar…No sabía qué hacer, si era de día me encerraba en mi cuarto, si era noche y dormía me apretujaba entre las cobijas, tapado todo de pies a cabeza. 

La primera lectura y el evangelio de este domingo nos hablan de tormentas y olas. Personalmente les digo, he sido hombre de poca experiencia de navegación en el mar, pero me imagino el miedo que puede apoderarse de aquellos que se ven atrapados en pleno mar y en medio de una tormenta…Para el profeta Job en la primera lectura la cosa es más fácil, pues Dios sólo le habla desde la tormenta, aparentemente no hay ningún peligro o amenaza para él. En el Evangelio se nos presenta un relato común en Mateo Marcos y Lucas, se nos dice que un día Jesús después de haber predicado intensamente se lanza a las aguas imprevisibles del Mar de Galilea en compañía de sus discípulos…Se nota que en este tiempo aun no existían las premoniciones meteorológicas, pues el maestro y sus discípulos se ven sorprendidos por la tormenta.

En el centro del relato, el evangelista, en este caso Marcos, no siente vergüenza de confesar que los discípulos (más expuestos a tener una fe fuerte y convincente en Jesús) sintieron miedo…Y después de que lo despiertan y hacer lo que parecía imposible “apaciguar la tempestad”, Jesús les reprocha su miedo…Por qué tienen miedo?, otras traducciones dicen: “Por qué son tan cobardes? “

Al meditar este evangelio es lógico que nos venga enseguida a la mente todos esos sucesos o noticias mundiales que nos atemorizan: el cambio climático, la guerra y los conflictos en varios países, incluso el nuestro, que cada día cobran víctimas, el cáncer extendido, el ébola, las incursiones y ataques terroristas de los grupos integristas o ejércitos al margen de los estados…Entonces uno podría responder osadamente a la pregunta de Jesús: “pues, porque es necesario hacer algo!”

Ante el miedo, dos actitudes contrarias son posibles: quedarse paralizado o decidirse a  actuar (moverse). Los dos pueden ser el resultado del pánico. Sin embargo, Jesús nos invita a la confianza, a no ceder o retroceder ante el pánico…

Este es uno de los milagros que tiene una aplicación más poética y concordante con la vida espiritual del cristiano: así como Jesús calmó con su voz aquella tempestad tan extraordinaria, Él también puede calmar las tempestades de nuestra vida (dolor, soledad, tristeza, angustia, desesperación, necesidad, enfermedades, etc.), pero es fundamental que tengamos la fe suficiente para que Él pueda obrar y darnos la calma. Para ello es también necesario que Jesús esté despierto en nuestras vidas...

¿Y cómo nos damos cuenta o podemos percibir que Jesús está despierto? Pues cuando hay una fuerte experiencia de oración y o diálogo con Dios… cuando somos alimentados y fortalecidos por los sacramentos, especialmente la Eucaristía, cuando ejercemos la caridad en nombre de Cristo…Muchos tienen dormido a Cristo y no lo despiertan y así Él no puede obrar. Él calmó la tempestad después que los discípulos le despertaron. Por eso debe estar siempre despierto en nosotros...

 

LA ENSEÑANZA

 De Jesús aprendemos que su poder es ilimitado. Algunos pueden decir que sus milagros de sanación en muchas personas podían estar salpicados de sugestión o algunas otras cosas de la mente, de la psiquis... Pero el viento y el mar no podían ser sugestionados por Jesús. Él mandó y ellos obedecieron...

Pero el milagro debe ser bien interpretado porque si no podemos caer en un riesgo doctrinal.

La Biblia nos enseña que Jesús mientras estuvo en la tierra, se "despojó de su divinidad" (Filipenses cap. 2), por lo que debemos entender que El actuaba como un simple hombre. Sin embargo, muchas veces se explica este milagro diciendo que Jesús tenía autoridad sobre el viento y el mar porque era Dios. Realmente Él era Dios, pero la Biblia nos enseña que se sometió a su humanidad y no se "aferró" a su divinidad... El, mientras estaba en la tierra y antes de su resurrección, no actuaba como Dios, sino como hombre (su carácter especial era que El nunca había pecado).

De acuerdo con lo dicho precedentemente, este milagro debe ser entendido como Dios actuando a través de Jesús, como en cualquiera de los otros milagros. Fue el Padre quien concedió a Jesús que sus palabras calmaran al viento y al mar. Así entendido, la Escritura no se contradice.

Si el poder de Jesús se demuestra en este pasaje como ilimitado, estando aún El en la condición de hombre, cuánto más ahora, que reina en los cielos con el Padre, debemos esperar de Él, cosas maravillosas.

De los discípulos aprendemos lo que no hay que hacer: no hay que ser "hombres de poca fe" porque esto nos lleva a la desesperación... Y no debemos esperar hasta último momento para "despertar" a Jesús, sino que a El debemos acudir siempre en primer lugar.

 


Aproximación psicológica al texto del Evangelio:


El evangelio de este domingo puede ofrecer una rica comprensión de los elementos emocionales y cognitivos presentes en el texto.

Miedo y Ansiedad: Los discípulos experimentan una intensa ansiedad y miedo debido a la tormenta. Este miedo puede ser entendido como una respuesta natural a una amenaza percibida, en este caso, el peligro de ahogarse. La ansiedad surge de la sensación de falta de control y la incertidumbre sobre el futuro inmediato.

Confianza y Fe: La respuesta de Jesús a la tormenta y a sus discípulos pone en evidencia la diferencia entre miedo y fe. Desde una perspectiva psicológica, la fe puede ser vista como un mecanismo de afrontamiento que proporciona tranquilidad y resistencia frente a la adversidad. La confianza en Jesús, aunque desafiada por la situación, finalmente se refuerza cuando demuestra su poder sobre la naturaleza.

Sueño como Mecanismo de Afrontamiento: Jesús durmiendo durante la tormenta puede interpretarse como una manifestación de su paz interior y confianza en el control divino. Psicológicamente, el sueño también puede ser visto como un mecanismo de afrontamiento, una forma de proteger la mente de la sobrecarga emocional y de recuperar energías.

Reprensión y Aprendizaje: La reprensión de Jesús a sus discípulos ("¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?") sirve como un punto de reflexión y aprendizaje. En términos de psicología del aprendizaje, este momento es un refuerzo negativo que impulsa a los discípulos a reflexionar sobre su reacción y a desarrollar una mayor confianza y fe en el futuro.

Admiración y Reflexión: La reacción de los discípulos al final del pasaje ("¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?") refleja un asombro y una reevaluación de su comprensión de Jesús. Este tipo de reacción puede ser entendido como un momento de insight, donde una nueva comprensión o percepción cambia su forma de pensar y les proporciona una nueva perspectiva sobre su relación con Jesús y su fe.

Integración en la Vida Cotidiana

Este pasaje puede ayudar a los creyentes a reflexionar sobre cómo manejan sus propias tormentas emocionales y psicológicas. Algunas preguntas para la reflexión personal podrían ser:

¿Cómo reacciono ante las situaciones de miedo y ansiedad en mi vida?

¿De qué manera mi fe (o la falta de ella) influye en mi capacidad para enfrentar la adversidad?

¿Qué puedo aprender de las situaciones de estrés y cómo puedo desarrollar una mayor confianza y serenidad interna?

¿Estoy abierto a momentos de asombro y reevaluación en mi vida, permitiendo que nuevas percepciones cambien mi perspectiva?


Conclusión

El Evangelio del 12º domingo ordinario del ciclo B no solo ofrece una enseñanza espiritual, sino también una profunda lección psicológica sobre el manejo del miedo, la importancia de la fe, y la capacidad de aprender y crecer a partir de experiencias difíciles. Integrar estas enseñanzas en la vida cotidiana puede proporcionar una mayor resiliencia y una perspectiva más equilibrada y serena frente a los desafíos.


Reflexión CENTRAL:

 

1

Queridos hermanos y hermanas,

Las lecturas de este domingo nos llevan a una reflexión profunda sobre la fe y la confianza en Dios, especialmente ante las tormentas de la vida. Nos recuerdan que, incluso en tiempos de problemas y confusión, Dios está con nosotros y tiene el control.

Primera Lectura: Job 38, 1.8-11

En este pasaje del Libro de Job, Dios responde a Job en medio de la tormenta. Después de capítulos de preguntas y quejas por parte de Job, Dios interviene para recordarle su omnipotencia y su infinita sabiduría. Dios usa poderosas imágenes de la creación para mostrarle a Job que Él es el gobernante del universo. Esta intervención divina es una invitación para que Job reconozca los límites del entendimiento humano y confíe en la sabiduría divina.

Salmo: Salmo 106 (107)

El salmo elegido para este domingo es un canto de alabanza y agradecimiento a Dios que salva a su pueblo de situaciones desesperadas. Los versos hablan de marineros atrapados en una tormenta en el mar, que claman a Dios en su angustia. Dios los libera calmando la tormenta y guiándolos a un refugio seguro. Este salmo nos recuerda que Dios escucha nuestros gritos de angustia e interviene para salvarnos.

Segunda lectura: 2 Corintios 5, 14-17

En su carta a los Corintios, San Pablo habla de la transformación radical que trae consigo la fe en Cristo. Destaca que en Cristo somos una nueva creación. Esta transformación es posible gracias al amor de Cristo que nos empuja a vivir ya no para nosotros mismos, sino para Él. Pablo nos exhorta a adoptar una nueva perspectiva de la vida, una que esté centrada en Cristo y nos libere de nuestros miedos y viejas formas de vida.

Evangelio: Marcos 4, 35-41

El evangelio de Marcos nos presenta el episodio de la tormenta apaciguada. Jesús y sus discípulos están en un barco cuando llega una gran tormenta. Los discípulos, presas del pánico, despiertan a Jesús preguntándole si a Él no le importa su destino. Jesús se levanta, ordena al viento y al mar que se calmen, y reina una gran tranquilidad. Luego, reprocha a sus discípulos su falta de fe. Este episodio es una vívida ilustración del poder de Jesús y la importancia de la fe en Él, incluso en medio de las tormentas de la vida.

Reflexión :

Las lecturas de hoy nos invitan a una fe profunda y segura en Dios. Nos recuerdan que Dios es soberano sobre toda la creación y que, incluso en tiempos de angustia y confusión, Él está presente y obrando.

En el libro de Job vemos que Dios es quien fija los límites del mar y manda a los elementos naturales. Asimismo, el salmo nos muestra que Dios es el salvador que responde al clamor de su pueblo. San Pablo nos llama a vivir una vida renovada en Cristo, dejando atrás las viejas formas de vivir. Y finalmente, el Evangelio nos recuerda que Jesús tiene el poder de calmar las tormentas y que nos invita a tener fe en Él.

Aplicación práctica:

1.   Confiemos en Dios en las pruebas: Cuando enfrentemos dificultades, recordemos que Dios está con nosotros y tiene el poder de calmar nuestras tormentas. Pongamos nuestra fe en Él, incluso cuando la situación parezca desesperada.

2.   Oremos fervientemente: Como los marineros del salmo, clamemos a Dios en nuestra angustia. La oración es una manera poderosa de conectarnos con Dios y buscar Su intervención en nuestras vidas.

3.   Adoptemos una nueva perspectiva de la vida: La transformación en Cristo significa vivir de una manera que refleje nuestra fe. Seamos testigos del amor de Cristo a través de nuestras acciones y nuestras palabras.

4.   Animemos a otros: En nuestra comunidad, apoyemos y animemos a quienes están pasando por momentos difíciles. Seamos instrumentos de la paz y del amor de Dios.

En conclusión, las lecturas de hoy nos llaman a fortalecer nuestra fe y depositar nuestra confianza en Dios, incluso ante las tormentas de la vida. Que podamos, como los discípulos, escuchar la voz de Jesús que nos dice: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Todavía no tienes fe? » Que esta fe nos guíe y sostenga siempre. Amén.


2

Permanecer firmes en la FE

 

A los creyentes que son perseguidos, que viven en medio de los paganos y cuyo universo es amenazado terriblemente como una nave que va a naufragar, a la gente que tiene miedo, Marcos les recuerda el episodio de la tempestad calmada. Cristo no está ausente. Él está vivo pero parece estar dormido. Parece permanecer indiferente ante las desgracias de nuestro mundo. Solamente aquellos que tienen la FE en el Resucitado siempre presente en medio de ellos pueden sacar a Jesús de su sueño. “Por qué tener miedo? “La FE puede ayudarnos a superar el miedo. ¿Acaso el apóstol Pablo no nos dice la misma cosa?  “El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.” (2 Corintios 5,17).

No sabemos cuántos cristianos de Roma han soportado y permanecido fieles ante la persecución ni cuantos se han dejado llevar por el miedo, renunciando a su fe. ¿Qué haríamos nosotros bajo la tortura, allí donde a menudo el valiente o corajudo se desmorona, cuando el débil se muestra fuerte? ¿Qué hacemos nosotros cuando el mal, la muerte, la enfermedad, la depresión o la ruina nos sumergen?  Todos nosotros navegamos sobre el mar de aguas inciertas. El miedo está presente con frecuencia en nosotros.

Esta historia nos es contada aquí y ahora a nosotros. ¿Podemos nombrar el mal que nos sumerge como mar furioso? ¿Qué nombre tiene él? ¿Cuáles son sus rostros o caras? ¿El dinero, el aburrimiento o tedio, el odio, la desesperanza? En cierto sentido, cuando el mal es exterior a nosotros, podemos nombrarlo fácilmente…el eje del mal, como lo nombraba un presidente de Estados Unidos (G. Bush). Pero   es difícil de nombrarlo o reconocerlo cuando el mal está en nuestro interior, como parte de nuestro corazón. ¿Cuáles son los monstruos escondidos en el fondo de nuestros abismos? ¿Cuáles son los demonios disimulados en el fondo de los corazones?

Y Cristo que parece estar siempre ausente: ¿“Aun no tienen fe?” Demanda Jesús a sus discípulos. La fe de los discípulos no estaba que en sus comienzos en el momento de la tempestad calmada. No es sino después de la muerte de Jesús y después de la experiencia de la Resurrección que su fe es confirmada.

Hay en el relato de Marcos una luz pascual que llega para darle otro sentido al episodio.

No, Cristo no duerme. No, Él no está en el centro o vientre de la Tierra. Él está vivo. Nosotros podemos pasar a la otra orilla. Podemos ir hacia el mundo pagano. Nosotros ahora podemos enfrentar la noche y arriesgarnos en el mar… sin embargo hay una condición, permanecer firmes en la FE…Es nuestro único recurso.

  

3

 

Dios está hablando

 

 Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma.

Marcos 4:38–39

 



¿Deseas escuchar a Dios hablarte? La forma más común en que esto sucede es a través de la meditación en oración sobre los Evangelios.

A lo largo de los siglos, los santos han reflexionado en oración sobre los Evangelios y han ofrecido diversas ideas sobre las historias y las acciones de nuestro Señor. Sus ideas no son principalmente un ejercicio intelectual. Más bien, son primero un ejercicio de oración y meditación, que revela que las Escrituras tienen varios niveles de profundidad y significado. 

Un Padre de la Iglesia, San Beda, explica a partir de su reflexión en oración sobre el pasaje del Evangelio de hoy que la barca en la que Jesús cruzó el mar representa la Cruz por la que se obtiene un paso seguro para llegar a las costas del Cielo. Las otras barcas que siguieron representan a aquellos que tienen fe en la Cruz de Cristo y lo siguen. Aunque sufren las olas de la tentación y las dificultades, siguen adelante confiando en el poder salvador de la Cruz. El hecho de que Jesús duerma representa Su sueño de muerte, y Su despertar representa Su resurrección. Las súplicas de los discípulos representan nuestra necesidad de acudir a Jesús durante las tormentas y tentaciones de la vida. La reprensión de las olas y la calma resultante revelan la gracia ganada por su muerte y resurrección, que es capaz de silenciar los demonios y las pasiones desordenadas. El temor que encontraron los discípulos apunta a nuestro propio temor que resulta de la falta de fe y confianza en Dios.

Dios puede decirnos estas y muchas otras verdades a través de Sus acciones y palabras contenidas en las Escrituras. No hay límite para la profundidad y el significado que podemos recibir a través de Su santa Palabra. Por lo tanto, aunque es útil reflexionar sobre las diversas interpretaciones de los evangelios por parte de los santos, también es muy importante reflexionar sobre estos pasajes nosotros mismos, para permitir que nuestro Señor nos diga el mensaje que necesitamos escuchar.

Reflexiona hoy sobre esta escena evangélica. Trata de encontrar tiempo para leer lentamente el Evangelio de hoy de principio a fin. Lee una frase y luego cierra los ojos e intenta imaginarla. Ve a Jesús entrando en la barca. Considera que la barca es una imagen de la Cruz. Ve el mar como los muchos males de este mundo. Considera el miedo que encontraron los discípulos durante la tormenta. Mírate en esa barca, despertando a nuestro Señor. Escúchalo silenciar las olas y restaurar la paz. Escúchalo decirte acerca de tus propias luchas en la vida: “¿Por qué estás aterrorizado? ¿Aún no tenéis fe?” Mientras meditas en oración sobre este y otros pasajes del Evangelio, debes saber que Dios te hablará y te revelará el significado que desea comunicarte hoy.

 

Mi Señor que duermes, mientras soporto las muchas tormentas de la vida, que siempre tenga fe en el poder salvador de Tu Cruz y Resurrección. Que siempre pueda invocarte para que calmes las tormentas y escucharte decirme las muchas verdades que necesito escuchar. Jesús, en Ti confío.


4

PALABRAS DEL SANTO PADRE


Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas anómalas de vida. El Evangelio cuenta que los discípulos se acercan a Jesús, le despiertan y le hablan (cfr. v. 38). Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros. Jesús, implorado por los discípulos, calma el viento y las olas. Y les plantea una pregunta, una pregunta que nos concierne también a nosotros: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (v. 40). Los discípulos se habían dejado llevar por el miedo, porque se habían quedado mirando las olas más que mirar a Jesús. Y el miedo nos lleva a mirar las dificultades, los problemas difíciles y no a mirar al Señor, que muchas veces duerme. También para nosotros es así: ¡cuántas veces nos quedamos mirando los problemas en vez de ir al Señor y dejarle a Él nuestras preocupaciones! ¡Cuántas veces dejamos al Señor en un rincón, en el fondo de la barca de la vida, para despertarlo solo en el momento de la necesidad! Pidamos hoy la gracia de una fe que no se canse de buscar al Señor, de llamar a la puerta de su Corazón. (Ángelus, 20 de junio de 2021)



ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

 

Todas las «cunas», Señor,
tienen la forma de «barca».

Por el «mar de nuestra vida»

remamos hacia la playa.

Este mar se enfada a veces

y provoca las borrascas.

«Mar y mal» se identifican,
habitan la misma casa.

Ante el «mal», el Evangelio
presenta caras contrarias.
Los discípulos se asustan,
Jesús mantiene la calma.

Jesús puso en el Dios Padre
su corazón, su confianza.
Por eso, duerme en la popa,
recostado en la almohada.

Los discípulos miedosos,

al no tener fe, fracasan.
Esperan la salvación

sólo por arte de magia.

También, Señor, a nosotros
el miedo nos acobarda.

Nos cuesta creer en Ti,
vivir según tu Palabra.

Señor, te ofrecemos himnos
de gratitud y alabanza.
Perfuma, Tú, nuestra vida
con la flor de la esperanza.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)



REFERENCIAS:

 

 

ciudadredonda.org

 

Pequeño misal “Prions en Église”, Novalis, Québec, Canada, 2015.

 

BEAUCHAMP, André. Comprendre la parole (B). Novalis, Edition digitale avec License, Novalis 2007. 

 

https://catholic-daily-reflections.com/2024/06/22/god-is-speaking/


sitio web: Iglesia en Aragón

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