SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
En todas las lenguas del mundo, la palabra “corazón”
es sinónimo de acogida, de ternura, de misericordia. Nadie más que Jesús ha
sabido revelar la bondad del corazón de Dios, por su atención a los pequeños y
a sus miserias cotidianas.
Jesús ha vivido este amor en un olvido
constante de sí mismo, hasta dar su vida, ejemplo de don supremo, sobre la
cruz.
(Mateo
11, 25-30) El padre Charles de Foucauld tenía un gran corazón rojo rematado
con una cruz bordada en su túnica, un ícono conmovedor de su fe. Tanto amó
Dios al mundo que en su Hijo llegó a morir por amor a cada uno de
nosotros. Al mirar a aquel a quien nuestros pecados han clavado en el
árbol del tormento, descubrimos la profundidad de esta afirmación de Jesús:
“Soy manso y humilde de corazón. ¡Sí, ven y adora! ■
Benito de la Cruz, Cisterciense
Primera lectura
Lectura del libro
del Deuteronomio 7, 6-11
Moisés habló al
pueblo diciendo:
«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios; el Señor, tu Dios, te eligió
para que seas, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más
numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro
amor a vosotros y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres,
os sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y os rescató de la casa de
esclavitud, del poder del faraón, rey de Egipto.
Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es Dios; él es el Dios fiel que mantiene
su alianza y su favor con los que lo aman y observan sus preceptos, por mil
generaciones.
Pero castiga en su propia persona a quien lo odia, acabando con él. No se hace
esperar; a quien lo odia, lo castiga en su propia persona.
Observa, pues, el precepto, los mandatos y decretos que te mando hoy que
cumplas».
Sal 102
R/. La misericordia
del Señor dura siempre, para aquellos que lo temen
Bendice, alma mía,
al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus
culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor hace
justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.
El Señor es
compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Segunda lectura
Lectura de la
primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16
Queridos hermanos,
amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido
de Dios Y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a
su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que
él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros
pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros:
en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de
que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en
Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios
es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 25
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor
de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y
se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y
nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os
aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón,
y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga
ligera.»
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
Más que una simple devoción:
El « Sagrado
Corazón de Jesús », es mucho más que un cuadro enmarcado y colorido fijo en los recuerdos de
nuestra infancia,
EL Sagrado Corazón
no se queda en los recuerdos anecdóticos y literarios, pesimistas tristes de
candidatos al premio Nobel, que culpan a la Iglesia de su resentimiento, como icono de sumisión, de humillación y
victima de autoridad paternal y gubernamental.
El Sagrado Corazón
es mucho más que un símbolo y una devoción piadosa, propio de espíritus lacónicos
y almas resignadas y temerosas ante la justicia (mal interpretada y psicótica )
divina.
El Corazón de Jesús
nos dice más bien a través de su imagen, que Jesús de Nazaret terrenal, histórico,
tenia sentimientos de compasión, de ternura, de misericordia y preferencia por
lo pobre y perdido del mundo.
Que Jesucristo
es el mismo ayer, hoy y siempre, y que a través de los sacramentos,
especialmente en la Eucaristía desciende sobre los altares, no resignándose a
dejarnos solos y que allí nos espera noche y día para alimentarnos con su
palabra y su Cuerpo y su Sangre.
La devoción a
su Santísimo Corazón no fue una iniciativa humana, si se conoce bien la
historia, vemos que su manifestación y deseo de ser reconocido, adorado,
venerado fue comunicado a Margarita María Alacoque.
Nunca hemos de
olvidar que los seres humanos estamos expuestos al odio, a la división, a crear
y multiplicar ideologías, sectas, iglesias, modos de ver las cosas…Pero solo
Dios tiene un pensamiento y un proyecto unánime para la humanidad, que nunca se
contradice ni apoya la mentira. Dios quiere que seamos felices y esa vía está pavimentada por la pequeñez, la sencillez, la ternura y el amor…Todo eso, emana
del corazón sea humano o divino.
Tristemente la
Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, se ha trastocado, quiere debilitársele, se
pretende menospreciar bajo la excusa de la libertad de cultos, de la autonomía y
libertad de las personas para manifestar cada quien su creencia…Y como somos de
insensatos, caemos en la trampa, nos vamos por las ramas sin disfrutar
plenamente del árbol.
Hoy estoy en comunión
con todas las comunidades, familias y grupos que consagren nuevamente su vida,
su familia, su parroquia, su barrio, su vereda o su país al Sagrado Corazón de Jesús.
Muchas bendiciones y frutos concretos de los sentimientos brotados de su corazón
divino les deseo a todos en este día.
Sagrado Corazón
de Jesús, vela sobre nuestra Iglesia,
Sagrado Corazón
de Jesús, salvad a Colombia,
Sagrado Corazón
de Jesús, salvad nuestras familias,
Sagrado Corazón
de Jesús, salvad nuestras comunidades de oración y caridad,
Amén!
REFLEXIÓN
Un Dios humilde y pleno de
ternura
El
evangelista Mateo a quien leemos este año, nos dice muchas veces que Jesús es
un hombre de paz y de compasión, que se siente bien con los pequeños, los más
pobres, los que sufren. Él es la imagen de su Padre Dios, que no es un Dios
severo, lejano y frio sino un Dios pleno de amor y de ternura. Este es el tema
central de las lecturas de hoy: “El señor viene hacia ti: Él es justo y
victorioso, es humilde y va montado sobre un borrico. El hará desaparecer los
carros de guerra y de Jerusalén los carros de combate; el romperá los arcos de
guerra, y Él proclamara la paz a las naciones (Zacarías 9,9-10).
Ya,
el profeta Isaías había escrito con respecto al Mesías : « Este
es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma.
Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las
naciones. Él no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las
calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente”(Isaías
42,1-3).
El
Señor es un Dios de bondad que brinda siempre otra oportunidad. Es
sino releer los textos que mencionan a María Magdalena, a Zaqueo, la Samaritana,
el buen ladrón, Pedro, el Hijo Prodigo, los obreros
de la ultima hora, Pablo de Tarso y tantos otros a través de los siglos.
En nuestra sociedad Moderna se exalta la fuerza, la riqueza y el poder.
La publicidad hace promoción de las victorias políticas,
deportivas y económicas. Ser el número 1, ser el primero, el más
fuerte sin importar el precio a pagar ni los medios para lograrlo.
Nuestra cultura y sociedad de hoy nos ofrece las grandes
vedettes como las modelos a imitar. En este mundo que proclama a los
vencedores, la dulzura y o mansedumbre y la humildad son valores
insignificantes y en baja en la bolsa de los valores humanos. Observen los
niños que tratan de imitar los adultos. Sus héroes son aquellos que ganan las
batallas en las calles, que se ganan fácilmente la vida, que se parecen a
Rambo, a los Marines, a los justicieros del espacio que son siempre vencedores
y que hacen la ley!
Dios se nos revela , no fuerte y poderoso mas « manso y
humilde de corazón ». Y los frutos del Espíritu que Él nos
propone son según su imagen: “la caridad,
la alegría, la paz, la paciencia, el servicio, la bondad, la confianza en los
otros, la dulzura o mansedumbre, el dominio de sí” (Gálatas 5,22).
El Señor se nos presenta no como un Dios a quien debamos temer, sino más bien
como un Dios que nos acompaña, que está presente, que aporta la paz y la
alegría! “He aquí que yo toco la puerta…Si alguien abre, yo entrare en
su casa y cenare con él” (Apocalipsis 3,20).
Él es un “Dios manso y humilde de corazón”…es la primera revelación del
evangelio de hoy. ¸
La segunda revelación importante también es la invitación que Cristo nos
hace de compartir nuestra carga: “vengan a mí, ustedes todos los que
sufren y sucumben bajo la carga, que están cansados y fatigados, y
yo los consolaré”.
Sabemos que las leyes judías eran una carga pesada, un yugo difícil de
cargar. En esas leyes se comprendían 613 mandamientos y
regulaciones. Para la gente simple y sencilla y sobre todo para
aquellos que realizaban ciertos trabajos, era imposible observar todas esas
leyes. En consecuencia , muchos era rechazados y casi considerados como
“impuros” porque eran incapaces de observar todas aquellas regulaciones: los
pastores, los que conducían los burros, los vendedores itinerantes, los
fabricantes de pieles, los recolectores de impuestos, sin hablar de centenas de
personas expulsadas de sus ciudades debido a que ellas sufrían de alguna
enfermedad de la piel.
Todas esas personas estaban privadas de sus derechos cívicos los más
elementales. Ellos no podían ser testigos en un proceso, no podían entrar en una
sinagoga ni participar en la vida comunitaria – social de la ciudad.
Jesús quería observar bien la ley, pero rechaza el que esta se convierta
en una pesada carga y en una causa de discriminación y de injusticia. Para él,
la ley debe ser un elemento de liberación y de justicia: “Mi yugo es fácil de
llevar y mi carga ligera”.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, San Pedro y San Pablo
rechazan la idea de imponer a los no judíos reglas rígidas: “eso sería
imponerles un yugo insoportable como obligarles a seguir todas las leyes de
Moisés. Por qué quieren ustedes imponerles un yugo que ni nuestros
padres y ni siquiera nosotros mismos tenemos la fuerza para llevar ¿” (Hechos 15,10)
Como Jesús , Pedro y Pablo no quieren imponer cargas pesadas o leyes imposibles
que la gente no podría soportar. Frecuentemente , a través de los siglos, la
Iglesia ha olvidado esta sabiduría evangélica.
Jesús acusaba a los sacerdotes, a los fariseos y a los Escribas, es decir
a la Iglesia de su tiempo, de imponer cargas pesadas a la gente, y
que ellos mismos rechazaban o no querían llevar: “Los escribas y fariseos se
sientan en la ley de Moisés: hagan y observen entonces lo que ellos dicen, mas
no se fijen en sus actos, porque ellos dicen y no hacen. Ellos imponen pesadas
cargas a sus semejantes, las mismas cargas a las que ellos no osan tocar con un
dedo”. (Mateo 23,2-4)
Jesús se nos ofrece hoy para compartir nuestras cargas: enfermedades,
invalidez, vejez, pobreza, fracasos, soledad…Ellos se hacen menos pesados de
cargar cuando Cristo los carga con nosotros.
Nuestro Dios es un Dios « Dulce, manso y humilde de
corazón », un Dios « que quiere compartir el yugo o la
carga de nuestra vida cotidiana ». Jesús ha venido para volverle a dar a
la religión su papel o rol de sostén y de liberación. Esa es la Buena noticia
de esta solemnidad.
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