viernes, 24 de octubre de 2025

25 de octubre del 2025: sábado de la vigesimonovena semana del tiempo ordinario-I

 

En busca de sentido


(Lc 13,1-9)
Galileos masacrados, hombres aplastados por la caída de una torre…: ¿qué hace entonces Jesús? ¿Por qué no pone un freno definitivo a estas catástrofes?

En su época como en la nuestra, el sentido –o más exactamente la falta de sentido– de muchos acontecimientos deja a hombres y mujeres impotentes y desconcertados. Sin embargo, en el corazón de la noche resuena siempre un llamado: el llamado a la conversión para creer y amar en todas las circunstancias.

Bertrand Lesoing, prêtre de la communauté Saint-Martin

 


Primera lectura

Rom 8, 1-11

El Espíritu del que resucitó a Cristo de entre los muertos habita en ustedes

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.


HERMANOS:
No hay condena alguna para los que están en Cristo Jesús, pues la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que era imposible a la ley, por cuanto que estaba debilitada a causa de la carne, lo ha hecho Dios: enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, para que la justa exigencia de la ley se cumpliera en nosotros, los que actuamos no de acuerdo con la carne, sino de acuerdo con el Espíritu.
Pues los que viven según la carne desean las cosas de la carne; en cambio, los que viven según el Espíritu, desean las cosas del Espíritu.
El deseo de la carne es muerte; en cambio el deseo del Espíritu, vida y paz. Por ello, el deseo de la carne es hostil a Dios, pues no se somete a la ley de Dios; ni puede someterse. Los que están en la carne no pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en ustedes; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en ustedes.

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6 (R.: cf. 6)

R. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

V. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. 
 R.

V. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. 
 R.

V. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob.
 R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. No me complazco en la muerte del malvado —dice el Señor—, sino en que se convierta y viva. R.

 

Evangelio

Lc 13, 1-9

Si no se convierten, todos perecerán lo mismo

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Les digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».

Palabra del Señor.

 

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1) “Cuando la vida no tiene sentido”: el grito y la pregunta

Hermanos, hoy el Evangelio (Lc 13,1-9) nos pone delante de dos tragedias: unos galileos asesinados y la caída de la torre de Siloé. Jesús no entra en teorías simplistas ni busca culpables; desautoriza la idea de que el dolor sea un castigo automático por pecados concretos. En cambio, transforma la noticia en kairós, en ocasión de gracia: “Si no se convierten, todos perecerán del mismo modo” (cf. Lc 13,3.5).
No es amenaza; es urgencia de amor: cuando la vida tambalea y no entendemos, Dios nos llama a cambiar de mentalidad, a desplazar el centro: de mí a Él, del miedo a la confianza, de la esterilidad al fruto.

2) La higuera estéril: paciencia que urge y urgencia que ama

La parábola de la higuera (Lc 13,6-9) es una mini-catequesis del corazón de Dios:

·        El dueño espera fruto: la fe no es adorno, es vida que da vida.

·        El viñador intercede: “Déjala todavía… cavaré, abonaré” (cf. v. 8). Es el rostro de Cristo, que ruega por nosotros y nos trabaja por dentro con su Palabra y sus sacramentos.

·        Hay un plazo: la paciencia de Dios no es indiferencia; su misericordia nos da tiempo, pero nos toma en serio.

En clave jubilar, somos Peregrinos de la Esperanza: caminamos no para quedarnos como estamos, sino para dejarnos podar y abonar por el Señor, hasta que aparezcan los frutos.

3) La primera lectura ilumina el proceso interior (Rm 8)

La liturgia de hoy nos hace escuchar a san Pablo en Romanos 8: “Ninguna condena hay para los que están en Cristo Jesús… la ley del Espíritu de la vida te ha liberado” (cf. Rm 8,1-2). He aquí el secreto de la higuera fecunda:

·        No es voluntarismo ni culpa estéril; es vida en el Espíritu.

·        Conversión no es “apretarse” moralmente, sino dejarse habitar por el Espíritu que nos hace hijos (cf. Rm 8,15), nos da paz y nos mueve al bien.

·        ¿Frutos? Caridad operante, alegría sobria, reconciliación buscada, servicio concreto, perseverancia en la prueba.

4) Con María, escuela de fruto y misión (Memoria de la Virgen en sábado)

En sábado, la Iglesia nos enseña a mirar a María:

·        Ella guardaba y meditaba (Lc 2,19): deja que Dios cave la tierra del corazón.

·        Ella se pone en camino (Lc 1,39): misión que nace de la escucha.

·        Ella presenta nuestras necesidades (Jn 2,3): intercesión perseverante, como el viñador de la parábola.
Si te parece que llevas “tres años” sin fruto, toma el rosario y entra en la escuela de María: grano a grano, misterio a misterio, el Espíritu hace su obra.

5) Octubre: Rosario y Misiones – oración que fecunda el mundo

La oración del Rosario no es evasión: es contemplación de Cristo con los ojos de María para encarnarlo en la calle. Y octubre es también el mes de las Misiones:

·        Rezar el Rosario “misionero” nos abre a los cinco continentes: que el verde de África, el rojo de América, el blanco de Europa, el azul de Oceanía y el amarillo de Asia sean memoria viva en nuestro corazón orante.

·        La misión comienza aquí: en la familia, en la vereda, en el barrio. “Cada Ave María es una semilla” que Dios sabe regar.

6) Tres conversiones muy concretas (para hoy)

1.    De la interpretación fatalista a la fe operante
De “¿qué hice para que me pase?” a “Señor, ¿qué fruto quieres sacar de esto?”. Frente a la tragedia, no culpabilizar ni culpar; acompañar, consolar, servir.

2.    Del aplazo eterno a la decisión hoy
El viñador pide “un año más”, no “toda la vida más”. Pon fecha a tu paso: confesión sacramental, reconciliación con esa persona, devolución honesta, inicio de ese servicio postergado.

3.    Del culto sin misión a la misión que nace del culto
La adoración y el Rosario nos conforman a Cristo para salir. Decide una obra misionera concreta esta semana: visita a un enfermo, catequesis a un niño, aporte para una comunidad necesitada, acompañar un proceso de duelo.

7) Examen breve con María (pedagogía del cuidado del alma)

·        ¿Dónde me resisto a que el Señor cave y abone?

·        ¿Qué fruto me está pidiendo el Señor en mi estado de vida?

·        ¿A quién estoy llamado a interceder como viñador? Escríbelo y ora un misterio por esa persona.

8) Señales de fruto jubilar (para la comunidad)

En clave de Año Jubilar, miremos frutos verificables:

·        Puertas de reconciliación: familias que vuelven a hablarse; perdones dados.

·        Puentes de misión: un nuevo servicio misionero parroquial (cárcel, hospital, orilla, escuela).

·        Taller del Rosario semanal: enseñar a rezarlo a niños y jóvenes con intenciones misioneras.

·        Economía de la caridad: una “bolsa jubilar” mensual para casos urgentes de la comunidad.

·        Cuidado de la casa común: sembrar y cuidar (sí, una “higuera”) como signo de conversión ecológica.

9) Oración final

Madre de la Esperanza,
en este Año Jubilar y en el mes del Rosario,
llévanos a Jesús, viñador paciente de nuestras vidas.
Que su Espíritu cave la tierra dura de nuestro corazón,
la abone con su Palabra y la riegue con su misericordia.
Haznos higuera fecunda:
en la familia, en la parroquia, en la isla y hasta los confines.
Que nuestra oración se vuelva misión,
y nuestra misión, canto de alabanza. Amén.

10) Tarea de la semana (sencilla y misionera)

·        Reza diariamente un misterio del Rosario por un continente (orden misionero).

·        Elige una obra de misericordia concreta.

·        Lee y medita Rm 8; subraya la frase que más te toque y compártela con alguien.

·        Pasa por el sacramento de la Reconciliación si hace tiempo que no lo haces.


Cierre pastoral:

Cuando el mundo parece sin sentido, Dios no nos deja sin salida: nos regala tiempo de misericordia para convertirnos y amar. Bajo el amparo de María, tomemos el Rosario, dejemos que Cristo trabaje la tierra y demos fruto que permanezca, para gloria de Dios y para la misión de la Iglesia. 🌿📿


 

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1️ El escándalo del dolor y el misterio del sentido

Queridos hermanos,
el Evangelio de hoy nos enfrenta a dos noticias trágicas: unos galileos asesinados cruelmente por Pilato y dieciocho personas muertas al desplomarse la torre de Siloé.
Son hechos reales, como los que vemos hoy en los noticieros: guerras absurdas, accidentes inexplicables, terremotos, asesinatos, enfermedades injustas.

Y entonces surge la gran pregunta:
¿Por qué Dios no interviene? ¿Por qué no pone fin al sufrimiento de los inocentes?

Jesús no ofrece explicaciones fáciles. No busca culpables ni entra en juicios morales. Al contrario, aprovecha el drama para hacer un llamado a la conversión:

“Si no se convierten, todos perecerán de la misma manera”.

Jesús no responde al “por qué” del sufrimiento, sino al “para qué”: para que despertemos, para que no vivamos dormidos, para que comprendamos que la vida es frágil y que solo el amor da sentido al tiempo que nos queda.


2️ La higuera estéril: parábola de la paciencia divina

La parábola de la higuera que no da fruto es una imagen profunda de nuestra vida y de la historia.
Dios Padre busca frutos: frutos de justicia, de misericordia, de servicio, de fe.
Pero a menudo encuentra sequedad, rutina, indiferencia.
Entonces, interviene Jesús —el Viñador misericordioso— que dice:

“Déjala todavía este año; cavaré alrededor y le echaré abono, a ver si da fruto...”

¡Qué ternura la de este Viñador!
No arranca, no destruye, espera.
Pero su paciencia no es pasividad. Es una esperanza activa: cava, abona, riega… es decir, trabaja nuestro corazón con la Palabra, los sacramentos, las pruebas y la oración.

El Año Jubilar que vivimos es precisamente ese “año de gracia” donde el Señor cava la tierra endurecida de nuestro corazón para que vuelva a dar fruto.


3️ San Pablo: “El Espíritu da vida”

La primera lectura (Rm 8,1-11) completa el mensaje del Evangelio. Pablo nos recuerda que el hombre no se salva por la ley ni por el miedo, sino por la acción del Espíritu Santo que nos libera del pecado y de la muerte.

“El Espíritu de Dios habita en ustedes... Si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, también dará vida a sus cuerpos mortales.”

Conversión no es solo “dejar de hacer el mal”, sino dejarse habitar por el Espíritu, dejar que Él nos renueve desde dentro.
Esa es la auténtica búsqueda de sentido: no tanto entender todo lo que ocurre, sino vivir cada cosa unidos a Dios, con el alma iluminada y fecunda.


4️ María, mujer que dio fruto donde otros vieron vacío

Hoy, memoria de Santa María en sábado, miramos a la Virgen como modelo perfecto de esa higuera fecunda.

·        Donde otros vieron una historia sin salida —una joven pobre, en un pueblo perdido— ella vio el sentido: “Hágase en mí según tu palabra”.

·        Donde otros vieron una cruz sin lógica, ella permaneció de pie: “Guardaba todo en su corazón”.

·        Donde otros huyeron, ella se quedó: con fe que no explica, pero que ama en todas las circunstancias.

El Rosario, que en este mes rezamos con tanto fervor, no es una repetición mecánica. Es entrar en el corazón de María para mirar la historia —la nuestra y la del mundo— con su misma fe: creer cuando no se entiende, amar cuando todo parece oscuro.


5️ Octubre misionero: rezar y actuar con esperanza

Este mes misionero nos recuerda que la conversión personal siempre tiene un horizonte universal.
La fe no se guarda, se comparte; la conversión no es repliegue, es salida.
Como María, que tras la Anunciación “se levantó y partió sin demora” (Lc 1,39), también nosotros somos enviados.

Cada Rosario que rezamos puede ser una semilla misionera:

·        una decena por los cristianos perseguidos,

·        otra por los misioneros en tierras difíciles,

·        otra por los que sufren sin fe,

·        otra por los jóvenes y las vocaciones,

·        y una última por nuestra propia conversión.

La oración mueve el mundo cuando brota del amor.


6️ El llamado del Jubileo: tiempo de abono, no de juicio

El Jubileo es ese tiempo en que el Señor cava y abona:

·        cava con su Palabra que nos hiere para sanarnos,

·        abona con su misericordia que nos levanta,

·        riega con su Espíritu que da vida nueva.

No tengamos miedo si el Señor toca la tierra de nuestra vida: si remueve, si duele, si parece que nos descoloca.
Es señal de que nos ama demasiado para dejarnos estériles.


7️ Oración final

Señor Jesús,
cuando la vida parece no tener sentido,
cuando el dolor nos sacude y las torres de nuestras seguridades se derrumban,
danos la gracia de no huir, sino de mirarte.

Cava nuestra tierra, abónala con tu misericordia,
y haz que demos fruto en la misión que nos confías.

Virgen María, Madre del Rosario,
enséñanos a creer cuando no entendemos,
a esperar cuando todo parece oscuro,
y a amar siempre, como tú,
para que nuestra vida se vuelva oración y misión.

Amén.

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