Confianza sin fallas
(Romanos 8, 31b-39) Pablo,
el perseguidor de los cristianos, experimentó la gratuidad del amor del Padre,
su infinita misericordia. Su confianza en Dios —que “no perdonó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros”— es absoluta. Por eso puede
afirmar con la autoridad de quien lleva ese mensaje inscrito en su propia
carne: “Nada podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús,
nuestro Señor.”
Bénédicte de la Croix, cistercienne
Primera lectura
Rom
9, 1-5
Desearía
ser un proscrito por el bien de mis hermanos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
HERMANOS:
Digo la verdad en Cristo, no miento —mi conciencia me atestigua que es así, en
el Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi
corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el
bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a
ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el
don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos
procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito
por los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)
R. Glorifica al
Señor, Jerusalén.
V. Glorifica al Señor,
Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
V. Ha puesto paz en tus
fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R.
V. Anuncia su palabra a
Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.
Aclamación
R. Aleluya, aleluya,
aleluya.
V. Mis ovejas escuchan
mi voz —dice el Señor—, y yo las conozco, y ellas me siguen. R.
Evangelio
Lc
14, 1-6
¿A
quién se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca en día de sábado?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
EN sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y
ellos lo estaban espiando.
Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la
palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos:
«¿Es lícito curar los sábados, o no?».
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo:
«¿A quién de ustedes se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida
en día de sábado?».
Y no pudieron replicar a esto.
Palabra del Señor.
1
1. Introducción: La confianza que vence el miedo
Queridos hermanos y hermanas:
Pablo,
que antes persiguió a los seguidores de Cristo, fue alcanzado por ese amor en
el camino de Damasco. Lo que antes fue ceguera y violencia, se transformó en
misión y testimonio. Por eso hoy, en este Año Jubilar de la Esperanza,
la Iglesia nos invita a redescubrir esa misma certeza: no hay sufrimiento,
pecado, distancia ni debilidad que pueda apartarnos del amor de Dios.
2. El amor que no se negocia
3. “Dios no escatimó a su propio Hijo”
En este
mes del Santo Rosario y de oración por las Misiones, María nos enseña
precisamente eso: una confianza sin fallas, una entrega total. Ella no
entendió todo, pero confió en todo. En cada misterio del Rosario recordamos que
el amor de Dios no se detiene ni ante la cruz: se hace fecundo en medio del
dolor.
4. La obra evangelizadora: fruto de la confianza
5. “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”: un
desafío personal
6. Conclusión orante: Nada podrá separarnos
Recemos
con palabras de san Pablo:
“Señor,
Tú que no escatimaste a tu propio Hijo, enséñanos a confiar.
Haz de nosotros testigos de tu amor indestructible.
Sostén nuestra vocación, renueva la alegría de servir,
y concede a tu Iglesia misionera la fuerza de anunciar
que nada, absolutamente nada, podrá separarnos de Ti. Amén.”
🔸 Claves pastorales para la
predicación
- Tema central: la confianza total en el
amor de Dios.
- Motivación jubilar: el amor de Cristo como
fuente de esperanza misionera.
- Aplicación práctica: perseverar en la vocación,
evangelizar desde la alegría y rezar el Rosario como escuela de confianza.
- Intención orante: por la obra evangelizadora
de la Iglesia, las vocaciones sacerdotales y misioneras, y por quienes
anuncian el Evangelio en contextos difíciles.
2
1. Introducción: El lamento de Jesús y la ternura
de Dios
Queridos hermanos y hermanas:
“¡Jerusalén,
Jerusalén, tú que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus
polluelos bajo las alas, y no has querido!”
Estas
palabras no son una condena, sino un grito de amor herido, una plegaria
de misericordia. Jesús no maldice, no se venga, no se aparta. Lamenta,
sufre, pero sigue amando. En ese lamento se nos revela el rostro maternal de
Dios, su deseo incesante de protegernos, sanarnos y salvarnos.
2. El corazón de Cristo: fuerte y tierno
Esa
Jerusalén que cierra el corazón representa a toda persona que se resiste a
dejarse amar, que teme la cercanía de Dios, que prefiere vivir a su modo antes
que cobijarse bajo las alas del Salvador. Pero el Señor no se cansa. Él sigue
esperando, sigue extendiendo sus brazos sobre nosotros, como la gallina que
defiende a sus polluelos del peligro.
3. Bajo sus alas: la imagen de la protección divina
4. Protección, sanación y salvación: el triple
dinamismo del amor de Dios
- Protección: porque el mal es real, y sólo el amor de Cristo puede resguardarnos del enemigo.Hoy, como ayer, existen “zorros” como Herodes: poderes que destruyen, intereses que manipulan, voces que intentan apartarnos del Evangelio. Pero Jesús, el Buen Pastor, no teme. Él sigue expulsando demonios, curando corazones y cumpliendo su misión hasta el final.
- Sanación: porque todos llevamos
heridas interiores. Algunos son dolores del alma, otros heridas del
pasado, del pecado o de la indiferencia. Solo el contacto con Cristo —en
la Eucaristía, en el perdón, en la oración— puede devolvernos la salud del
corazón.
- Salvación: porque no basta sobrevivir, hay que renacer. Cristo nos protege y sana para conducirnos a la vida eterna, a la comunión con el Padre.La verdadera salvación no es librarnos del sufrimiento, sino descubrir que incluso en medio de él, estamos bajo sus alas.
5. Dimensión jubilar: peregrinos bajo las alas del
Amor
Este
pasaje también ilumina nuestra oración por las vocaciones y la obra
evangelizadora:
- Quien se siente amado y
protegido, no puede callar ese amor.
- Quien ha experimentado la ternura del Salvador, siente el impulso de anunciarla a otros.Por eso, pidamos al Dueño de la mies que envíe obreros que sepan cobijar con sus manos, sanar con su palabra y salvar con su testimonio.
6. Aplicación pastoral: vivir bajo su protección
cada día
En la
vida cotidiana, esta confianza se concreta en gestos simples:
- Rezar el Rosario como un
escudo de fe.
- Acudir a la Eucaristía como
a la fuente donde el Señor nos cubre con su gracia.
- Perseverar en la misión, aun
cuando no haya frutos visibles.
- Pedir cada día: “Señor,
cúbreme con tus alas, protégeme del mal, y hazme instrumento de tu paz.”
7. Conclusión orante: Bajo tus alas confío
Oración
final:
Señor Jesús, Protector y Salvador nuestro,
que lloraste por Jerusalén y sigues sufriendo por quienes se alejan,
recógenos bajo tus alas de amor.
Sánanos de nuestras heridas, líbranos del mal,
y danos la alegría de vivir bajo tu misericordia.
Haz de tu Iglesia un refugio de ternura,
de tus misioneros alas extendidas,
y de nuestras vidas instrumentos de esperanza.
Amén.

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