15 de agosto del 2023: Solemnidad de la Asunción de María al Cielo
La Asunción de María nos muestra a qué esperanza somos llamados por la salvación de Cristo.
María, la primera, conoció la gloria eterna en su cuerpo y en su alma.
(Lucas 1, 39-56) El paraíso abrió sus puertas a los que creyeron en el cumplimiento de las palabras del Señor. Como ella, expresemos nuestra alegría y gratitud a Dios. Acojámoslo en nuestra vida y dejémoslo guiar e inspirarnos como lo hizo María, en la confianza y la humildad.
Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo: «Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.»
Palabra de Dios
R/. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R/.
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R/.
Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R/.
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.
Palabra de Dios
En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí: su nombre es santo”
Hoy
celebramos uno de los diecisiete diferentes memoriales, fiestas y solemnidades
en honor de la Santísima Virgen María que se encuentran en el Calendario
Litúrgico Romano.
La
celebración de hoy es una de las cuatro grandes Solemnidades en las que se
honra a nuestra Santísima Madre. Obviamente, ninguna otra persona que no
sea nuestro Señor es honrada y celebrada con tanta solemnidad como la Madre de
Dios.
La
Solemnidad de la Asunción honra el hecho de que la Santísima Virgen María,
cuando completó su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma al Cielo
para estar con su Hijo resucitado y adorar por siempre a la Santísima
Trinidad.
Es
un hecho asombroso considerar que Ella conserva su cuerpo y su alma, unidos
como uno solo en el Cielo, en espera de ese día glorioso en que serán creados
los nuevos Cielos y Tierra y en que todos los fieles resucitarán para vivir en
una nueva forma de corporalidad para siempre con Dios.
Aunque
este dogma de nuestra fe había sido sostenido y creído por los fieles desde los
primeros tiempos de nuestra Iglesia, especialmente desde que fue presenciado
por los más cercanos a nuestra Santísima Madre en el momento de su gloriosa
Asunción, no fue sino hasta el 1 de noviembre de 1950, que el Papa Pío XII lo
proclamó solemnemente, elevando esta enseñanza de nuestra fe a la categoría de
dogma, es decir, debe ser mantenida y creída por todos.
En
parte, el Santo Padre declaró, “…pronunciamos, declaramos y definimos como
dogma divinamente revelado: que la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen
María, habiendo cumplido el curso de su vida terrena, fue asumida cuerpo y alma
a la gloria celestial”.
El
pasaje evangélico de hoy proviene del comienzo del canto de alabanza de María,
su Magníficat, con el que no sólo da la mayor gloria a Dios, sino que
también revela quién es ella.
Ella
es a quien “todas las generaciones” llamarán “bienaventurada”.
Ella
es aquella por quien “el Todopoderoso ha hecho grandes cosas”.
Ella
es la que proclamará eternamente “la grandeza del Señor” y cuyo espíritu se
regocijará por siempre en Dios su Salvador.
Y
ella es la más humilde de las siervas a quien Dios ha elevado a la mayor
gloria.
Reflexionemos
hoy con toda la Iglesia sobre la Santísima Virgen María, que fue concebida sin
pecado, permaneció sin pecado durante toda su vida y fue llevada en cuerpo y
alma al Cielo donde ahora adora a la Santísima Trinidad e intercede por nosotros
y por toda la Iglesia.
¡Esta
es una Solemnidad de gran regocijo!
¡Compartamos
esta alegría con toda la Iglesia y con todos los santos del Cielo!
Gloriosa
y siempre Virgen María, me regocijo hoy contigo y con toda la Iglesia por las
cosas más gloriosas que Dios ha hecho por ti.
Eres
belleza más allá de la belleza, Inmaculada en todos los sentidos y digna de
nuestro amor más profundo.
Ahora
que compartes en cuerpo y alma las glorias del Cielo, ora por mí y por todos
tus queridos hijos en la tierra.
Cúbrenos
con tu manto de amor y derrama siempre sobre nosotros la misericordia de
Dios.
Madre
María, asunta al Cielo, ruega por nosotros que recurrimos a ti. Jesús, en
Ti confío.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones