22 de agosto del 2023: martes de la vigésima semana del tiempo ordinario- Santa Virgen María, Reina


(Mateo19, 23-30) La riqueza es una especie de obstáculo que hace imposible la entrada por la puerta estrecha del Reino. Un día, tarde o temprano, Dios sabrá bien liberarnos de eso que nos atasca. Nada le es imposible. Él nos ama y quiere nuestro bien.

Dejar todo no implica exclusiva o preferentemente dejar los bienes o la familia, es hacer lo que hizo María, vaciarse de uno mismo, para darse a los demás, para entregarse sin reservas a los demás y así descubrir que ese vaciamiento interior es llenado por Dios.

Monjas Dominicas Contemplativas




Primera lectura

Lectura del libro de los Jueces (6,11-24a):

En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de Joás de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas.
El ángel del Señor se le apareció y le dijo: «El Señor está contigo, valiente.»
Gedeón respondió: «Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: "De Egipto nos sacó el Señor." La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.»
El Señor se volvió a él y le dijo: «Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.»
Gedeón replicó: «Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.»
El Señor contestó: «Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.»
Gedeón insistió: «Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente.»
El Señor dijo: «Aquí me quedaré hasta que vuelvas.» Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina.
El ángel del Señor le dijo: «Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo.» Así lo hizo.
Entonces el ángel del Señor alargó la punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció.
Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó: «¡Ay, Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!»
Pero el Señor le dijo: «¡Paz, no temas, no morirás!»
Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de «Señor de la Paz.»

Palabra de Dios




Salmo

Sal 84,9.11-12.13-14

R/. El Señor anuncia la paz a su pueblo

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.» R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. <R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.




Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

Palabra del Señor


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En medio de los enfrentamientos, los enemigos mortales, las amenazas de fracaso, el profeta Isaías anuncia nacimientos, cuando todo parece perdido, color de hormiga, oscuro, Dios manifiesta su fidelidad con un bebé que viene a aportar la alegría y la esperanza y decir que no todo está perdido. Él continúa siendo fiel a la promesa que había hecho a David (2 libro de Samuel 7,16). Dios es verdaderamente fiel. El Señor quiere suscitar la misma relación de fidelidad y amor en aquellos que depositan su confianza en Él.
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 “De hoy en adelante me felicitarán todas las generaciones”, canta María en el Evangelio. ¿Qué significa llamar a María, la humilde virgen, bendita o bienaventurada? Significa nada más y nada menos que estamos llenos de admiración, y que queremos adorar la maravilla (Jesús) que el Espíritu cultivó en su seno; que interpretamos desde ella que Dios mira a la humilde sierva y la alza a la altura; que la venida de Dios a este nuestro mundo no busca lo alto sino lo profundo; que la gloria de Dios consiste en hacer grande lo que es pequeño. Llamar a María bienaventurada significa que, junto con ella, meditamos con admiración los caminos de Dios, que deja al Espíritu soplar donde quiere; obedecerle y decir humildemente con María: “Hágase en mí según tu palabra.” (Bonhoeffer)


Oración

Señor Dios nuestro:
La madre sin pretensiones de tu Hijo
no quería ser más que tu humilde sierva.
Permítenos honrarla como nuestro modelo y nuestra reina,
de fe sincera y profunda
y de modesto y fiel servicio
a tus planes sobre tu Hijo y sobre el mundo.
Que sus oraciones nos imbuyan con su espíritu.
Te lo pedimos por medio de su Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.

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Comentario a las lecturas del martes de la 20a semana del TO:

Conocemos bien la repetida historia que vive la alianza que firmó Yahvé con su pueblo. Gran parte del pueblo no fueron fieles a esa alianza. Yahvé amenaza con romper lo pactado. Los israelitas, arrepentidos, claman a Yahvé buscando su perdón. Y este suscita siempre a alguien del pueblo, un libertador, a través del cual restaura la alianza.

En la lectura de hoy vemos que ese libertador es Gedeón. Como en tantas otras elecciones divinas, Gedeón no se siente capacitado para desempeñar tal servicio: “¿Cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en casa de mi padre”. Algo parecido dijeron Moisés, Isaías, Jeremías… cuando el Señor les llamó.

Pero todos ellos, y lo mismo Gedeón, ante sus dudas, siempre recibieron la misma respuesta: “Yo estaré contigo”. De esta manera queda más patente que la salvación, la liberación, es obra de Dios.

 ¿Dónde está tu corazón?

El joven rico acaba de dejar plantado a Jesús. Prefiere sus riquezas a Jesús. Jesús no lo entiende, porque está seguro que lo que le ofrece él es mucho mejor que lo que ofrecen las riquezas. En este contexto habla de la gran dificultad que un rico tiene para entrar en el reino de los cielos: “Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos”.

Otra frase de Jesús nos ayuda a entender estas duras palabras suyas. “Donde está tu corazón está tu tesoro”. Los ricos tienen el gran peligro de poner su corazón, todo su ser, en las riquezas. Confiar en ellas, vivir con todo lo que las riquezas les puedan proporcionar. El cristiano, el seguidor de Jesús, es el que ha puesto su corazón en Jesús, en la amistad de Jesús, en vivir como Jesús vivió, porque sabe y experimenta que Jesús le da mucho más que las riquezas, le da sentido, ilusión, amor, perdón, la alegría de vivir en esta tierra y la plenitud de la felicidad más allá de la muerte.

También los ricos pueden salvarse, con una sola condición: que saquen de su corazón a las riquezas para colocar en su centro a Jesús. 

Pedro pregunta a Jesús por la “paga” que él y el resto de discípulos van a recibir por lo que han hecho y dejado. Posiblemente, al final de su vida terrena, después de andadura con Jesús, Pedro no le volvería hacer esta pregunta. Se conformaría con seguir disfrutando de su amor, de su amistad, de su luz… en esta vida y en la otra. Una excelente paga.
Fray Manuel Santos Sánchez



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En contraste con el caso del joven rico, hoy se nos presenta el de una joven palestina de un pueblo muy pequeño llamado Nazaret. Esta joven se encontraba además en una situación poco favorable, ya que estaba recién comprometida en matrimonio con un hombre cuyo nombre también se conoce: José.

Las palabras “alégrate llena de gracia, el Señor está contigo” significan que ella ha encontrado gracias, complacencia a los ojos de Dios y por su reacción de turbación se nota que ella sí que se dejó mirar de esa forma por Dios. Esa mirada la llega tan hondo que se deja cambiar sus planes desde lo más profundo. Junto con esa experiencia de amor va también la confianza de todo un Dios que le confía ser la madre de su querido Hijo. María podría haber puesto muchas pegas a Dios ya que estaba  a las puertas de crear la familia de sus sueños. Sin embargo María solo busca comprender lo que Dios le está proponiendo ya que supera toda lógica humana: “¿Cómo será eso, si no conozco varón?” María ni siquiera deja que su propia lógica la frene en escuchar a Dios a fondo y hasta el final. Esta actitud se mantuvo hasta el final de su vida en ésta tierra.


María es reina porque se dejó mirar por Dios como una reina. Ella nos invita a dejarnos mirar así por Dios a cada uno de nosotros: desde el bautismo sacerdotes, profetas y reyes. María reina es un impulso para cada hombre de esta tierra a descubrir que hemos encontrado gracia, complacencia y amor a los ojos de Dios y que El nos elige para llevar a Cristo en nuestras entrañas y mostrarle al mundo a través de nuestros gestos y palabras.


2

El ojo de una aguja


"Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»

 

Mateo 19: 24–26

 



 

Según una tradición, el "ojo de la aguja" se refería a una puerta en el muro de Jerusalén. 

Durante el día, había una puerta grande que estaba abierta a través de la cual un camello podía pasar fácilmente. Pero por la noche, la puerta más grande estaba cerrada y había una abertura más pequeña en el centro de la puerta que permitía pasar a la gente. Un camello, sin embargo, no podía pasar por esa abertura más pequeña a menos que se arrodillara, le quitaran la carga de la espalda y luego se arrastrara. 


San Anselmo, al referirse a esta historia, afirma que "el rico no debería poder pasar por el camino angosto que conduce a la vida, hasta que se haya quitado la carga del pecado y de las riquezas, es decir, dejando de amarlos".Catena Aurea). 

Entonces, ¿es posible que un camello entre por el “ojo de la aguja” y, por lo tanto, un rico entre al Cielo? sí. Pero solo bajo la condición de estar de rodillas, humillarse y deshacerse del “bagaje” de sus riquezas.

 

Para aquellos que son verdaderamente ricos en las cosas de este mundo, este pasaje del Evangelio puede ser difícil de leer y reflexionar. Se habló en referencia al joven rico que le preguntó a Jesús cómo podía entrar a la vida eterna. La respuesta de Jesús fue "ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo". Ante eso, el joven rico se fue triste porque claramente estaba apegado a su riqueza.

 

Sin embargo, la anterior explicación de Jesús debería dar esperanza a cualquiera que se enfrente a esta gran expectativa. Los discípulos estaban realmente preocupados por lo que Jesús dijo, y por eso Jesús continuó diciendo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible". 

¡Para Dios todo es posible! Esta declaración de hecho debe ser considerada cuidadosamente y debe ser creída por cualquiera que luche por estar demasiado apegado a las riquezas materiales. 

 

También debe tenerse en cuenta que uno puede estar apegado a las riquezas incluso si no las tiene. El deseo porque más es el apego que necesita ser limpiado, no la posesión real de riquezas. 

De hecho, es posible tener muchas posesiones y no estar apegado a ellas en absoluto. Ésta es la belleza de la pobreza de espíritu. Pero tenga cuidado de no presumir demasiado rápido que ha perfeccionado esta bienaventuranza. 


La declaración de Jesús anterior se dijo por amor a aquellos que están demasiado apegados a las cosas de este mundo. Entonces, si este eres tú, sé misericordioso contigo mismo y presta mucha atención a las palabras de Jesús y a tu propia lucha interior con esto.

 

Reflexiona hoy sobre esta clara e inequívoca declaración de Jesús. "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios". 


¿Crees esto? ¿Puedes aceptar esto? ¿Jesús te está hablando a través de este pasaje? Nuevamente, incluso si eres materialmente pobre, ¿es fuerte tu deseo de riquezas? 


Si es así, este pasaje se aplica igualmente a ti. Permite que este pasaje se asiente en tu corazón en una forma de oración y trata de ser lo más honesto posible contigo mismo mientras lo lees. No dudes en elegir las verdaderas riquezas del cielo sobre las cosas pasajeras de este mundo. Al final, el valor de la riqueza espiritual supera infinitamente cualquier cosa que poseas durante tu breve tiempo aquí en la tierra.

 

 

Señor de las verdaderas riquezas, deseas que cada uno de nosotros estemos llenos de riqueza espiritual que es infinitamente mayor que cualquier cosa que podamos obtener en este mundo. Libérame de mi apego a la riqueza material para que pueda vivir libre de esa carga. Ayúdame a ver el valor de los tesoros de Tu gracia y misericordia y a hacer de esta verdadera riqueza el único enfoque de mi vida. Jesús, en Ti confío.

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