19 de agosto del 2022: viernes de la vigésima semana del tiempo ordinario

 

Testigo de la fe

San Juan Eudes

Poderoso predicador en la Francia rural del siglo XVII, Juan Eudes propuso a los cristianos el amor de Dios, tal como se vive en los corazones de Jesús y María. Fundó la Congregación de Jesús y María (Eudistas) y la de las Hijas de Nuestra Señora de la Caridad.

 

 

(Mateo 22, 34-40) «¿Por  qué mejor no “simplificar “en lugar de todo complicar?” A veces decimos esto en medio de nuestros afanes y preocupaciones.  Por qué multiplicar las leyes y las reglas, cuando una sola cosa es suficiente: amar al Señor con todo el corazón y al prójimo como a sí mismo?

 

En la Iglesia, como en la vida en general, a menudo nos preocupamos mucho por lo que hacer o no hacer. Demos gracias a Jesús por devolvernos a lo esencial: el amor a Dios y al prójimo.

 

 



Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (37,1-14):


En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mi y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?»
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes.»
Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: "¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor."»
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.
Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: "Así lo dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan."»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: «Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: "Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados." Por eso, profetiza y diles: "Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago."» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios

 


Salmo

 

Sal 106,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
 Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia

Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R/.

Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R/.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R/.

Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.

 

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor

 

 

 

1

 

En la primera lectura, la extraordinaria visión de Ezequiel anuncia el renacimiento de un pueblo completamente destruido. El contraste entre los huesos todos viejos y secos y los cuerpos plenos de vida es entrañable y emotivo. Una creación nueva es animada por el Espíritu de Dios, su aliento.  La historia de Israel ha visto muchas veces el renacimiento del pueblo. Más tarde, la visión de los huesos disecados vueltos a la vida ha sido comprendida como una evocación de la Resurrección.


Lo importante es amar


 La Ley de Moisés tenía muchos mandamientos… ¿Cómo evita Jesús la trampa tendida por el maestro de la Ley? Poniendo por delante el mandamiento, sin el cual todos los otros son vacíos de sentido: amar a Dios, amar a los otros, como a sí mismo.

 

2

 

Los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser."

 

Mateo 22: 34-37

 

"Con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser (otras versiones dicen “tu mente”) ". 

 

¿Cómo se ve esta profundidad de amor prácticamente hablando? Es fácil que esto se convierta en un pensamiento elevado o un sermón de palabras, pero es un desafío dejar que este pensamiento o sermón se convierta en un testimonio de nuestras acciones. ¿Amas a Dios con todo tu ser? ¿Con cada parte de quién eres? ¿Qué significa eso exactamente?

 Quizás esta profundidad de amor se manifestará de muchas maneras, aquí hay algunas cualidades de este amor que estarán presentes:

 1) Confianza: La entrega de nuestra vida a Dios es un requisito del amor. Dios es perfecto y, por lo tanto, amarlo requiere que veamos Su perfección, comprendamos esta perfección y actuemos de acuerdo con ella. Cuando vemos y entendemos quién es Dios, el efecto es que debemos confiar en Él completamente y sin reservas. Dios es todopoderoso y amoroso. Se debe confiar en un Dios todopoderoso y amoroso de manera ilimitada.

 2) Fuego interior: ¡La entrega de nosotros mismos encenderá nuestros corazones! Esto significa que veremos al Espíritu Santo hacer cosas asombrosas dentro de nuestras almas. Veremos a Dios actuando y transformándonos. Será más de lo que podríamos hacernos a nosotros mismos. Dios se hará cargo y hará grandes cosas en nosotros, transformando nuestras vidas, así como un fuego ardiente se vuelve devorador.

 3) Acciones más allá de nuestra capacidad: El efecto de un fuego ardiente del Espíritu Santo dentro de nosotros es que Dios hará grandes cosas en la vida de quienes nos rodean a través de nosotros. Seremos testigos de la obra de Dios y nos maravillaremos de lo que hace. Seremos testigos de primera mano de Su asombroso poder y amor transformador y sucederá a través de nosotros. ¡Qué regalo!

Reflexiona hoy sobre tu total amor por Dios. ¿Estás íntimamente unido a Él? ¿Estás completamente comprometido a servir a nuestro Señor y a Su santa voluntad? No lo dudes ¡Vale la pena!

 

Señor, ayúdame a amarte con todo mi corazón, mente, alma y fuerzas. Ayúdame a amarte con todo mi ser. En ese amor, te ruego que me transformes en Tu instrumento de gracia.

 ¡Jesús, en Ti confío!

 

 

Día de San Juan Eudes

 


Protector en la lucha contra las enfermedades contagiosas, se dedica a asistir a los enfermos, encargándose también de predicar las misiones.

Muchos son los Santos abogados contra enfermedades o causas difíciles. De los que viene muy bien invocar porque nos pueden proteger y amparar especialmente en estos tiempos. Porque si el pasado domingo recordábamos a San Roque, abogado contra la peste, hoy celebramos a San Juan Eudes, también protector en la lucha contra las enfermedades contagiosas.

Nacido en la segunda mitad del siglo XVI, ingresa a los catorce años en el Colegio de los Jesuitas de Jaén donde hará su formación y estudiará Teología. Posteriormente se une a la Congregación del Oratorio, fundada por el futuro Cardenal Pedro de Berullé. Ordenado sacerdote, pronto acecharía la peste en aquellas tierras, por lo que Juan se dedica a asistir a los enfermos, encargándose también de predicar las misiones, sumando ciento diez las que llevará a cabo.

Poco después funda una casa que acoja a las mujeres de mala vida que se convierten, proyecto que encomendará a las religiosas para él consagrarse a los sacerdotes a quienes veía con muchas precariedades y deformaciones tanto en el plano espiritual como humano. Así se ofrecen a la Santísima Trinidad como guía de la iniciativa que encontrará no pocas dificultades, hasta su definitiva aprobación, como sucederá con las fundaciones anteriores, que también obtendrán la debida licencia.

Los últimos tiempos de su vida los dedicará a escribir sobre la Virgen María y el Misterio de la Maternidad Divina. Ahí se pone de relieve la devoción que tenía Juan Eudes a la Madre de Dios. Aún la Providencia le permitió predicar la última misión poniendo todo su empeño en tocar el corazón de los hombres hasta su muerte ocurrida en el año 1680.

 

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