Viviendo extraordinariamente el tiempo ordinario: 12 de agosto del 2017 sábado de la 18a semana del TO


(Deuteronomio 6, 4-13) Cuando la vida es buena para mí y los míos, yo no puedo evitar disfrutarla. Debo tener cuidado, eso sí, que mi bienestar y o alegría no endurezca o vuelva de piedra mi corazón, incapaz de entrar en el querer y o voluntad de Dios.



Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (6,4-13):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales. Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres –a Abrahán, Isaac y Jacob– que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado, comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo servirás, sólo en su nombre jurarás.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.47.51ab

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza


Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.

Dios mío, peña mía,
refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,14-20):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo.»
Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible.»

Palabra del Señor

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Escucha Israel

El pasaje del Deuteronomio que leemos hoy, constituye el comienzo del "Shema Israel", la oración que todo judío piadoso recita al levantarse y al acostarse. Para poner en práctica los versículos 8 y 9 ( "Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales".) , los judíos portan una pequeña caja que contiene estos versos, sobre la cabeza y en el brazo derecho, durante la oración; y un estuche conteniendo los versículos 4 al 9 (y 11,13-21) y es fijado sobre la parte superior de la puerta de su casa. Dios pide con esto, que los creyentes amen profundamente y transmitan este amor. Para los cristianos también, amar al Señor es el primero entre todos los mandamientos (Marcos 12,29-30).

En el Evangelio, común a Marcos y Lucas, los discípulos, la gente y el padre del niño atormentado por el demonio, se sienten impotentes frente a la situación…la cosa parece incontrolable. Jesús aprovecha la situación para volver a poner en el centro lo esencial que es la fe. La fe es confiar a pesar de las dudas y dejar que Jesús tome el control de los acontecimientos. Frente a lo imposible, la oración abre nuevas perspectivas.



Señor, tú solo eres nuestro Dios.
Por medio de tu Hijo Jesucristo nos has sacado
de la esclavitud y de la oscuridad del pecado
para darnos una participación en tu propia vida y amor.
Gracias, Señor Dios nuestro, por tu generosidad.
Por la intercesión de Santa Juana Francisca de Chantal, ayúdanos a compartir libremente
todo lo que somos y tenemos
sin pedir nada a cambio,
e inspira todas nuestras obras y trabajos
con el amor que tú siempre nos has manifestado
en Jesucristo nuestro Señor.




Fuentes:

zebible
http://prionseneglise.ca
http://ciudadredonda.org

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