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30 de agosto del 2024: viernes de la vigésima primera semana del tiempo ordinario- año II


¿Debilidad? ¿Locura?


(1 Corintios 1:17-25) “La locura de la cruz”: la expresión resulta chocante para quien confía únicamente en la razón. Pero se trata de poner de relieve la incapacidad de la sabiduría humana para salvarnos y dar sentido a nuestra vida.

La cruz se sitúa así del lado de la locura del amor, que nos hace capaces de reconocer la presencia oculta de Dios en la debilidad y no en las manifestaciones de poder o en la agudeza del razonamiento.

Una invitación a dejarnos sorprender y alejarnos de nuestros prejuicios.

Emmanuelle Billoteau, ermitaña



(1 Corintios 1, 17-25) Nuestro Dios es el Dios de las paradojas. Él, el Todopoderoso, el Altísimo, se revela a menudo en los más pequeños acontecimientos de la vida: la mano tendida en señal de perdón, el "te amo" de un niño, la sonrisa de un amigo, etc.



(Mateo 25, 1-13) Estar preparado, quiere decir vivir cada instante como si fuera el último, poner todo su corazón en todo aquello que uno hace aquí y ahora. La boda ha comenzado ya en un corazón que sabe esperar.


Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,17-25):

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Dice la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo, judíos o griegos, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Palabra de Dios


Salmo

Sal 32

R/.
 La misericordia del Señor llena la tierra

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos,
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
 R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor


Ser preparado por la caridad

 

dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.

Mateo 25:1-2

 

Las “diez vírgenes” de esta parábola se refieren a las damas de honor que, siguiendo la tradición judía, iban a la casa de la novia para esperar la llegada del novio para la boda.

Esta parábola es una de las pocas que contó Jesús que enfatizan la importancia de estar alerta en nuestro caminar cristiano.

A medida que avanza la parábola, se nos dice que el novio se retrasó y que las damas de honor se durmieron. Al despertar, las insensatas no tenían más aceite para sus lámparas y tuvieron que salir a buscar más. Cuando regresaron, descubrieron que el novio ya había llegado y que la puerta estaba cerrada. Entonces llamaron y dijeron: “Señor, Señor, ¡ábrenos la puerta!” Pero la respuesta que recibieron fue: “En verdad les digo que no las conozco”. Y se perdieron la celebración de la boda.

Tradicionalmente, el “aceite” se ha entendido como una referencia a la caridad. El mensaje es sencillo: mientras nos preparamos para encontrarnos con nuestro Señor en el Cielo, no basta con afirmar que somos cristianos. También debemos producir el buen fruto de la caridad mediante nuestras acciones. La fe debe resultar en caridad, de lo contrario no es verdadera fe.

Esta parábola debe tomarse en serio. Deberíamos usarla como una fuente regular de examen de nuestras vidas en relación con la caridad que tenemos... o no tenemos.

Cuando miras tu vida, ¿puedes señalar actos regulares de caridad que surgen de tu amor a Dios y se otorgan a los demás?

La caridad no se basa en tus preferencias en la vida. No se basa en lo que te apetece hacer. La caridad es siempre desinteresada y sacrificial. Siempre busca el bien del otro. ¿Cuánta caridad hay viva en tu vida? Jesús contó claramente esta parábola porque sabía que muchos profesaban una fe en Dios, pero no vivían el amor de Dios.

Es muy fácil vivir nuestras vidas día tras día, haciendo lo que hacemos debido a nuestros gustos o disgustos personales. Sin embargo, es muy difícil fomentar la verdadera caridad dentro de nuestras almas y elegir regularmente amar a los demás porque es bueno para ellos.

Debemos trabajar para fomentar la caridad, en primer lugar, en nuestros pensamientos. Debemos eliminar los pensamientos críticos y condenatorios, y debemos esforzarnos por ver a los demás como Dios los ve.

La caridad también debe guiar nuestras palabras. Nuestras palabras deben ser alentadoras para los demás, amables, solidarias y misericordiosas. Nuestras acciones se vuelven caritativas cuando somos generosos con nuestro tiempo, nos esforzamos por servir y somos diligentes en las formas en que expresamos nuestro amor a los demás.

Reflexiona hoy sobre el alto llamado que has recibido para vivir una vida activa y manifiesta de caridad. Dedica tiempo a reflexionar sobre lo que es verdaderamente la caridad.

¿Te has dejado guiar por una forma más secular y egoísta de “amor”? ¿Actúas más por preferencias egoístas que por entrega y sacrificio? ¿Realmente edificas a las personas y les das testimonio del amor de Dios?

Intenta responder estas preguntas con seriedad. Esta parábola dicha por nuestro Señor es mucho más que una historia. Es la verdad. Y la verdad es que algunos llegarán al día del juicio sin el “aceite” necesario para sus lámparas. Toma en serio a nuestro Señor y examina tu vida de caridad. Allí donde te falte algo, sé ferviente en tu misión de cambiar. Al final, estarás eternamente agradecido de haberlo hecho.

 

Señor amado, Tú nos mostraste a todos que el verdadero amor es desinteresado y sacrificado. Viniste a este mundo para servir y dar tu vida sagrada por todos nosotros. Haz que abra mi vida más plenamente a tu amor para que tu amor también pueda afectar y dirigir cada relación que tengo. Lléname con el don de la caridad, querido Señor, para que esté completamente preparado para el día de mi juicio particular. Jesús, confío en Ti.

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