19 de agosto del 2018: Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario (B)
Su carne, su
sangre, su vida,
Un gran misterio es
revelado. Jesús anuncia a sus discípulos que Él les ofrece para comer un pan
que es su cuerpo y para beber un vino que es su sangre. Este pan y este vino
hacen vivir en unión estrecha con Él y
ellos son portadores de vida eterna.
El Concilio Vaticano II ha
afirmado que la participación en la Eucaristía es "fuente y culmen de toda
la vida cristiana" (Lumen Gentium No 11). Estemos alegres de creerlo y de
estar juntos para alimentarnos del pan vivo bajado del cielo.
L E C T
U R A S
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LOS PROVERBIOS 9, 1-6
La sabiduría se ha construido su casa
plantando siete columnas; ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto
la mesa; ha despachado sus criados para que lo anuncien en los puntos que
dominan la ciudad: "Los inexpertos que vengan aquí, voy a hablar a los
faltos de juicio: Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he mezclado; dejad
la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”.
Palabra de Dios
SALMO RESPONSORIAL
SALMO 33
R.- GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.
Bendigo al Señor en todo momento;
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
Que los humildes lo escuchen y se alegren. R.-
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.-
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor;
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad? R.-
Guarda tu lengua del mal,
tus labios, de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R.-
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 5, 15-20
Hermanos:
Fijaos bien cómo andáis; no seáis
insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos.
Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os
emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del
Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y
tocad con toda el alma para el Señor. Celebrad constantemente la Acción de
Gracias a Dios Padre, por todo, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios
ALELUYA Jn. 6, 57
El que come mi carne y bebe mi sangre –dice el Señor--, habita en
mi y yo en él.
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 51-58
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:
-- Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi
carne, para la vida del mundo.
Disputaban los judíos entre sí:
--¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
-- Os aseguro que si no coméis la carne
del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el
último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El
que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive
me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por
mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que
lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre.
Palabra del Señor
Reflexión Central:
Comer la Carne de Cristo
Cada domingo, nosotros cumplimos un rito que nos es familiar y que corre el
riesgo de llegar a ser tan familiar que se convierte en algo banal, mecánico.
Nosotros recibimos aquello que en otro tiempo llamábamos la SANTA COMUNIÓN.
Pero de manera más simple nosotros recibimos el Cuerpo de Cristo,
comulgamos su Cuerpo.
Es eso, por otra parte lo que recuerda el rito prescrito por la liturgia.
Cuando nos acercamos al sacerdote o ministro de la comunión, extendemos la mano
y el sacerdote nos dice: “El Cuerpo de Cristo”. A esta fórmula ritual nosotros
respondemos con una palabra hebrea que ha pasado a hacer parte de la liturgia:
“AMEN”. Es una palabra de aceptación, que quiere decir SI, DE ACUERDO, QUE ASÍ
SEA…Podríamos alargar todavía la lista. A las palabras rituales “El Cuerpo de
Cristo”, hay gente que responde “yo
creo”, o con frases más diplomáticas o seculares, otros dicen “Gracias”.
Algunas personas adoptan un aire serio, otras sonríen saludando con la mirada.
Es algo extraño, no cierto? Que se nos
presente un pequeño pedazo de pan, tan pequeño, tan insignificante, tan blanco
que a veces no parece pan verdadero y se nos diga que eso es el Cuerpo de
Cristo! Es en verdad necesario mucha fe para creer en esta presencia misteriosa,
discreta pero tan real.
Cuando hice mi primera comunión, hace poco más de 40 años, yo había cantado con todos los niños:
“Oh Buen Jesús
yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar.
Indigno soy, confieso avergonzado,
de recibir la Santa Comunión.
Jesús, que ves mi nada y mi pecado
prepara Tú mi pobre corazón.
Dulce maná y celestial
comida,
gozo y salud de quien te
come bien,
ven sin tardar, mi Dios,
mi Luz, mi Vida,
desciende a mí, hasta mi
pecho ven.
Es muy posible que haya derramado lágrimas de alegría el día de mi primera
comunión, ya que el momento era de hecho solemne. La familia estaba allí, la
comunidad también. Hoy aun mi corazón de sacerdote se conmueve al contemplar la
hostia, consagrada por el Espíritu Santo a través mis manos y mi vida.
Seguramente habré vivido días de tedio, rutina que el peso de la costumbre y la
fatiga del sentimiento religioso, no me permitieron siempre admirarme o
emocionarme ante la Santa Hostia. “Mi carne es verdadera comida y mi
sangre verdadera bebida”, he aquí palabras que no son fáciles de
comprender. Algunos auditores de Jesús se sintieron chocados, incómodos, puesto
que se preguntaban si acaso Jesús no les estaba sugiriendo la antropofagia
(comer carne humana) o el canibalismo. Hay aquí un lenguaje repugnante para
quien quisiera tomar las palabras al pie de la letra.
Repasemos un poco lo que ha pasado estos últimos 4 domingos, después del
relato de la “Multiplicación de los panes” . Al multiplicar los panes,
comprendimos que es ante todo bajo el signo o símbolo del hambre que Dios viene
hacia nosotros. No es tan fácil aprender a comer, a sobrevivir comiendo, pero también comer como seres humanos, comer con
veneración, ya que toda comida es don de Dios. Y después, es necesario aprender
a comer menos y mejor. Sobre todo, es necesario tener hambre de otro pan que es
la Palabra de Dios. “Le hace falta poca cosa al estómago cuando el corazón está
lleno”. La vida humana tiene mejor sabor, es más gustosa cuando se deja
iluminar por la presencia de Dios. Pero Jesús va mucho más lejos del simbolismo
de la comida. Jesús no se contenta con ser el PAN DE DIOS, aquel que alimenta
la FE. Él nos invita al banquete (festín) de Dios.
Dentro de la tradición bíblica, encontramos con frecuencia la imagen que
habla del festín mesiánico. “El Reino de Dios es como un
banquete, una fiesta”. "Coman buenas cosas, sáciense de carnes
sabrosas" (Isaías 55,2). Jesús utilizará esta figura al hablar
del cumplimiento o realización de las cosas como de un banquete de bodas, de
una fiesta inmensa. Por su parte, Jesús ha practicado la comida sagrada de los
judíos, que se llama la PASCUA. Es una comida que recuerda la salida de
Egipto y el pasaje del Mar Rojo, una comida donde se recuerda las acciones de
Dios y donde se come el cordero pascual.
Al instituir la Eucaristía, Jesús ha llevado esta experiencia hasta su
límite. La Eucaristía no es simplemente una comida en compañía de Jesús, con
Jesús. Es una comida en Jesús. Nosotros no solo comemos pan y bebemos vino.
Nosotros rememoramos los gestos de Jesús. La víspera de su muerte, Él compartió
el pan y el vino. La versión de los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas)
dice: “Este es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre”. El Evangelio de Juan
dice sustancialmente la misma cosa “Es mi carne para la vida del mundo” (Juan
6,51).
Jesús nos da la vida de varias maneras.
Él es un pan de vida puesto que su
Palabra nos instruye y nos hace entrar en el conocimiento del Padre. Pero Él
hace mucho más. Él lleva hasta tal punto la comunión con nosotros
que nos hace convertir en su Cuerpo. No su Cuerpo físico, con seguridad, sino
su cuerpo eucarístico. Su cuerpo resucitado que ha entrado en la Gloria del
Padre.
Eucaristía quiere decir “Dar Gracias”, es una imagen de felicidad y
alegría. La comida de Jesús en la Cena es una comida de adiós, plena de
tristeza. Después de la Resurrección, la comunidad cristiana ha creído y
convenido que la mejor manera de recordar a Jesús era repetir los gestos de su
última cena. “Este es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre”.
Es pan lo que
uno come, es vino lo que se bebe. Pero los signos del Pan y del Vino, los signos
simplificados de la comida, lo solido y lo líquido, reenvían a otra cosa, al
Cuerpo del Resucitado. Así, al comer el pan, nos convertimos en lo que comemos,
llegamos a ser el Cuerpo de Cristo, su cuerpo glorioso.
Nuestro propio cuerpo personal no es glorioso. A veces exaltado, a veces
pesado, en ocasiones fuerte y orgulloso, en otras, enfermo y fatigado, nuestro
cuerpo se desgasta, envejece. Él está ya marcado por la muerte. Pero al
convertirse en Cuerpo de Cristo, nuestro cuerpo con esperanza escapa del
imperio de la muerte.
Es por eso que la Eucaristía es tan importante para la Vida cristiana.
Es el rito a través del cual uno reconoce los discípulos de Jesús. Ellos se
reúnen en memoria de Él. Ellos celebran su última cena. Ellos se asocian (se unen)
a su muerte y su resurrección. Después de un poco más de treinta años, tenemos
grandes discusiones sobre la práctica cristiana.
Qué es un cristiano
practicante? Es un cristiano a quien la fe lo vuelve activo. Ahora, hay dos
campos privilegiados de la practica cristiana: la Eucaristía (la misa) y el
servicio a los demás. Un verdadero practicante hace las dos cosas. El
practicante cultual que comulga en la Iglesia pero que es negligente en el
servicio al prójimo arriesga con encerrarse en la ilusión. Él realiza el gesto,
el sacramento, pero la realidad no está allí. Aquel que se compromete en la
acción, y es cercano a los demás pero que no participa jamás en la Eucaristía,
finalmente arriesga con perder la identidad de su FE.
Cuando comulgamos, llegamos a ser el Cuerpo de Cristo, su Cuerpo
Resucitado, su cuerpo global. El Cuerpo de Cristo que se libera de las
limitaciones que impone el tiempo y el espacio, el espacio-tiempo de Jesús que
es el Nuestro. Comulgar, es participar en la Resurrección de Jesús en la
esperanza de nuestra propia resurrección; es llegar a ser también el cuerpo
místico de Jesús, es decir su Iglesia; es entrar al servicio de la humanidad,
puesto que en todo hombre y toda mujer triste, enfermo (a), hay una presencia
misteriosa de Jesús. Como lo dice el famoso texto sobre el juicio final:
“Conmigo lo hicieron o a mi me lo hicieron” (Mateo 25,40).
En otro tiempo, cuando íbamos a la Eucaristía, era raro que la gente
comulgara. La pastoral insistía tanto en la santidad del cuerpo de Cristo, en
el misterio de la presencia real, que los fieles se juzgaban siempre indignos
de comulgar. En la práctica, la gente pensaba que era necesario siempre una
confesión justo antes de la comunión, con el resultado que muchas personas iban a la misa todos los domingos pero no comulgaban, sino en efecto que dos
veces: en Pascua y Navidad. Había con demasiada frecuencia, tras esta manera de
actuar una prohibición inconsciente que databa de San Agustín: “no se podía
comulgar después de tener relaciones íntimas”.
La comunión era el Pan de los Ángeles. Se
veneraba la presencia eucarística más que alimentarse de ella. Después del
Concilio Vaticano II, las cosas han evolucionado mucho en este plano. La
sexualidad ha sido largamente desmitificada y las prohibiciones sexuales han
perdido su rigor. Por otro lado, se ha comprendido que si uno asiste a la
Eucaristía, es normal participar comulgando. Cuando uno invita alguien a una
comida, este o esta nos insulta si estando presente se niega a comer. Es así
como uno ve con la ocasión de matrimonios y funerales, o en la mesa de media
noche de Navidad, la gente viene a comulgar sin miedo ni escrúpulo, a pesar que
no hayan puesto los pies en una iglesia después de mucho tiempo.
Hay un abuso al actuar así? Hemos pasado de un abuso de severidad propio de
otro tiempo a un abuso de permisividad ahora? En realidad les corresponde a los
fieles juzgar de acuerdo a su conciencia si ellos pueden o no compartir en
verdad el Cuerpo de Cristo. Es esencial, como dice San Pablo, que ellos puedan
discernir el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 11,29) para que ellos encuentren la
VIDA Y NO LA CONDENACIÓN.
Comer el Cuerpo de Cristo es muy importante. No es un gesto mágico, sino un
rito que uno cumple en la Fe. Es un rito de una belleza y una densidad
profundas. Es por eso que es necesario realizarlo de manera digna. Conviene
entonces decir “AMEN” cuando se recibe el pan y después consumirlo con respeto.
Conviene sobre todo discernir el Cuerpo de Cristo, reconocer a Aquel que ha
dado su vida por amor y que nos invita a cambio hacer de nuestra vida una
ofrenda pura y santa al servicio de los demás.
Que se cumpla en nosotros la Palabra de Jesús: “aquel que me coma
vivirá por mi” (Juan 6,57).
2
Dejar
pasar el tiempo…o vivir
Queridos hermanos para
introducir este compartir sobre la Palabra de Dios de este domingo; les hablaré
de Constance y Robert: madre e hijo respectivamente. A Constance la conocí en Canadá,
durante mi tiempo de experiencia de vida y ministerio sacerdotal. Era una
señora que vivía en una residencia para personas de la tercera edad, enfermas y no autónomas. Allí en ese centro
estaba bien rodeada, bien atendida…Apreciaba a sus compañeros y a sus
compañeros de mesa. Cuando cierta vez le pregunté cómo eran sus días, de qué
manera utilizaba el tiempo, ella me respondió: "yo leo o miro la tv, eso
ayuda a pasar el tiempo". Esta última parte de la frase me dejó inquieto,
porque eso hablaba de aburrimiento, de rutina, y en otras palabras quería decir
que para sacarle el cuerpo al aburrimiento deseaba que el tiempo pasara rápido.
Robert, era uno de sus
hijos. Ocupaba un buen puesto o empleo en el gobierno y decía que vivía muy
ocupado…Decía "es muy bueno estar muy ocupado, porque así el día se acaba
más rápido". Pero cuando llegaba la noche, miraba el deporte a la tv para
olvidar su jornada y el cansancio y fatiga acumulados, antes de dormirse. Y
cada año que pasaba, contaba los años que le quedaban para poder por fin jubilarse…Y es así como vendrá la
vejez y entonces se preguntará:" es que yo he vivido de verdad?"
Qué le dirían ustedes a Constance
y a Robert sobre el arte de vivir?
Hoy el Evangelio de San Juan
aporta su respuesta que es un poco sorprendente. Ustedes quieren la vida,
ustedes quieren vivir? mastiquen, coman la existencia carnal de Jesús, beban su
sangre. Antes de decirme que esto no tiene nada que ver, o que no tiene ninguna
relación, tómense el tiempo de escuchar de nuevo lo que San Juan nos dice.
Para recordarles el contexto
del relato de este día, recordemos que el día anterior, Jesús ha alimentado misteriosamente
una gran multitud con los 5 panes y los dos pescados que un muchacho o niño
ofreció, y esto tuvo tanto éxito que la comida estaba disponible a voluntad y,
a pesar de todo, sobraron doce canastos de pan. Entonces, evidentemente, la gente quiere revivir la experiencia. Pero
ahora, el tono cambia. Jesús invita a la gente a trabajar para encontrar otro
tipo de pan, un pan que procure una vida sin fin, un pan que solamente Él puede
dar. Y cuando la gente dice: claro que sí, claro que queremos de ese pan que da
una vida eterna, dánoslo, Jesús responde: cómanme! ustedes adivinan fácilmente
la sorpresa de la gente y su pregunta: Cómo
es esto posible? Tratemos de comprender de qué se trata el asunto aquí.
Si ustedes son cristianos católicos desde hace muchos años, ustedes pueden pensar: no es complicado eso, es lo que
yo hago cada domingo cuando, a través de la hostia, comulgo el cuerpo y sangre
de Cristo. Muy bien. Pero, entonces, les hago una pregunta: si ésta comunión
expresa la manera de recibir una vida excepcional, qué diferencia ven o hayan entre su vida y la de
los demás que no fueron a comulgar?
Y yo les diré que Constance
y Robert también comulgaban regularmente. Mi cuestión no quiere ser insidiosa,
pero si quiere prevenirlos contra una visión mágica de las cosas: comulgar la
hostia no es lo mismo que tomar una pastilla o cápsula de vitamina B o una
dosis de glucosamina, admitiendo que una vitamina divina existe.
Un día en cierto
retiro sobre la Eucaristía, alguien le
preguntó al predicador que cuánto tiempo permanecía el Cuerpo de Cristo una vez
estaba la hostia en la boca, lo que suscitó una inmensa carcajada entre el
auditorio. Pero, ustedes qué habrían respondido? La visión del Cuerpo de Cristo
como un objeto mágico nos conduce a un callejón sin salida. Tratemos de volver
a ver las cosas con los ojos del evangelista Juan.
Él nos presenta a Jesús que
dice: "Quien coma mi existencia carnal y beba mi sangre tiene la vida que
no termina nunca (eterna)". Yo traduzco la palabra carne por existencia
carnal, ya que ella designa todo lo que Jesús es, su manera de vivir. La sangre
designa su vida, pero en particular su vida dada hasta aceptar el sufrimiento y
la muerte.
La carne de Jesús no es como una estatua que uno mira, sino una
existencia concreta que uno acepta abrazar, hacer suya, incorporar como se come
uno una manzana. Y qué es lo que caracteriza esta vida? Con toda seguridad,
está el amor sin límite y sin condición que ha marcada cada decisión de su vida.
Pero, hoy, hay otro aspecto que yo quiero subrayar: cada segundo de su vida era
algo que Él recibía como un don, como una Palabra de Dios, como un momento para
vivir plenamente. Para Jesús "el tiempo muerto" o neutro, o
"matar el tiempo"…el tiempo que no sirve para nada y uno solamente
espera que pase, eso no existe…Aquí encontramos uno de los inmensos retos de la
vida.
En cada segundo de la vida,
uno puede decir: sí, yo quiero vivir este segundo, yo quiero acogerlo con todo
mi corazón, él hace parte de mi vida, o por el contrario decir: voy a taparme
la nariz y cerrar los ojos, para esperar otra cosa, yo voy a soñar con otra
cosa durante este tiempo, voy a tratar de dormir o de emborracharme…drogarme. Y
es fácil entender porque uno quiere sacarle el cuerpo a esos segundos: ellos
están llenos sea de aburrimiento (rutina), tedio, sea de angustia, sea de
sufrimiento. Por qué actuaría yo de otra manera?
Y por tanto hay personas que
actúan de otra manera. En el plano humano, una persona que está enamorada, a
menudo encuentra cada instante maravilloso. Pero qué decir cuando es sobre el
plan espiritual? es más misterioso. Para muchos cristianos, hay el sentimiento
de que su vida y el tiempo que pasa están habitados por una presencia ligada en
su fe en Jesús Resucitado, tienen el sentimiento de que su vida y los
acontecimientos de la vida tienen una dimensión que los supera; hay el
sentimiento de ser amado de manera única y que el secreto de la vida es esta
historia de amor. Entonces esos cristianos comprenden los múltiples sentidos de
la expresión: "quien mastique o coma dentro de mi existencia
carnal…tiene la vida sin fin". Ellos saborean, gustan la intimidad de
Jesús resucitado, comulgando lo que ellos conocen de su vida. Al mismo tiempo,
ellos comen los eventos de su propia vida que ha asumido con todo su ser el
nazareno.
El texto de este día es
utilizado con bastante frecuencia en el contexto de la eucaristía cristiana.
Ustedes comprenderán que reducir las palabras de Jesús sobre el Pan de Vida a una
invitación a ir a comulgar tiene algo de ingenuo, de falso. Ante todo, comer
simbólicamente el cuerpo y la sangre de cristo quiere antes que nada expresar
lo que ocurre todos los días en mi vida, donde yo como, saboreo mi vida como
Jesús lo ha hecho, y así yo soy uno con Él. Enseguida, este gesto proclama mi
fe que en mi vida biológica, psicológica y social, hay un misterio en acción,
trabajando, a la obra, que me supera…
Cuando uno mira los detalles
de su vida, uno está delante una opción: sumergirse, asumirla o huir…decidir
vivir o decidir morir…Cuál es la de ustedes?
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS:
BEAUCHAMP, André. Comprendre
la parole, année B. Novalis, 2007.
http://mystereetvie.com/Jn065158.html
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