12 de agosto del 2024: lunes de la decimonovena semana del tiempo ordinario- año II
Doble realidad de Dios
(Ezequiel 1, 2-6.24-28c; Mateo 17, 22-27) Con el profeta visionario, quedamos deslumbrados por aquel que tiene “la apariencia de un ser humano”, envuelto en gloria.
Pero ¿cómo podemos reconocer a Jesús, bajo la apariencia del Hijo del Hombre, aceptando pagar impuestos en el Templo, Él, el Señor de los mundos?
La tensión entre estas imágenes revela la humildad de Dios, consintiendo en ser uno de nosotros.
Una realidad dual en la que meditar para acercarnos al misterio insondable de Jesús.
Emoción de adoración.
Benedicta de la Cruz, cisterciense
(Mateo 17, 22-27) La libertad es un don precioso, por eso viene con responsabilidades. Jesús no abusa de su libertad para aplastar a las personas a su alrededor o escandalizarlas. Más bien, la ejerce con discernimiento y respeto, y así marca hitos útiles para todos y cada uno de nosotros.
Primera lectura
Lectura de la profecia de Ezequíel (1,2-5.24–2,1a):
El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecía la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecía un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 148,1-2.11-12.13.14
R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R/.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R/.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Palabra del Señor
“Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Esta es una situación interesante. Los recaudadores de impuestos del templo se acercan a Pedro y le preguntan por qué Jesús no paga el impuesto normal del templo. Pedro, a su vez, le hace esta pregunta a Jesús y Jesús deja claro que Él no debe impuestos, dado quién es Él. Sin embargo, envía a Pedro a obtener una moneda milagrosamente de la boca de un pez para que los demás no se ofendan.
Una cosa que revela esta historia es que, a veces, no vale la pena pelear por las preocupaciones tontas y sin importancia de los demás (como la recaudación de impuestos). Este principio básico puede aplicarse a muchas otras situaciones de la vida. Es fácil permitir que cuestiones sin importancia se interpongan en nuestro servicio a Dios. No es una experiencia poco común que las personas conviertan preocupaciones triviales en problemas importantes. Nosotros, como cristianos, debemos mantener nuestros ojos en lo que es importante en la vida y no permitirnos ser arrastrados a estas batallas tontas.
La humildad, cuando se abraza por completo, nos ayudará a evitar “ofender” a las personas, incluso si tenemos razón. La humildad, tal como se ve en esta situación con Jesús, nos permite ver que tal o cual batalla no vale la pena pelear. Ciertamente no podemos comprometer la verdad, pero podemos y debemos comprometernos con las demandas más triviales y sin importancia de los demás en lugar de permitir que surjan conflictos por razones tontas.
Reflexiona, hoy, sobre esos “problemas” en la vida que parecen recibir más atención de lo que valen. Reflexiona sobre cómo puedes disipar estas situaciones humillándote ante los demás. Es posible que a veces se te llame a aceptar pequeñas injusticias por el bien del panorama general. Mira cuáles pueden ser esas injusticias en tu vida y pídele al Señor que te dé la gracia de seguir Su ejemplo.
Mi humilde Señor, llena mi corazón de verdadera humildad. Ayúdame a alejarme de los conflictos sin importancia en la vida, incluso hasta el punto de abrazar la injusticia de una manera sacrificial. Que nunca reclame mis derechos sobre la alegría de abrazar la humildad profunda. Jesús, en Ti confío.
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