31 de agosto del 2024: sábado de la vigésima primera semana del tiempo ordinario- año II
Corazón roto
(1 Corintios 1, 26-31) Pablo
nos invita a reconocer nuestra pobreza fundamental y a vivirla como una
oportunidad.
¿No es con mayor frecuencia en
este crisol donde Dios se entrega a la experiencia como salvación, vida,
fuerza, consuelo?
Esto es lo que algunos
escritores espirituales han llamado “desamor”, cuando la autosuficiencia se
resquebraja y nos lleva a clamar a Dios en verdad.
Sobre todo, sepamos
reenfocarnos en Cristo, nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra
santificación y nuestra redención.
Emmanuelle Billoteau, ermitaña
(Mateo 25, 14-30) ¿Es Dios a mis ojos un amo tan exigente para que entierre en mí lo mejor por temor a él? El miedo a menudo esconde la bondad de Dios en nosotros. Hoy, me tomo el tiempo para visitar mi miedo y humildemente presentárselo.
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,26-31):
Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dice la Escritura– «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 32
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán; ¿con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el rechinar de dientes."»
Palabra del Señor
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Esta es una historia sobre dos cosas. Primero, es una historia sobre la fidelidad que estamos llamados a tener en esta vida al servicio de la voluntad de Dios. En segundo lugar, es una promesa de la fidelidad de Jesús hacia nosotros, tanto aquí en la Tierra como, en última instancia, cuando nos encontremos con Él en el momento de nuestra muerte.
Qué bendición sería escuchar a Jesús decirnos esas palabras al finalizar nuestras vidas aquí en la Tierra. “"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor … Pasa al banquete de tu Señor.” Esto plantea la pregunta, si murieras hoy, ¿qué te diría nuestro Señor? Si no estás seguro inmediatamente de que en Su misericordia Él diría estas palabras de arriba, entonces hoy es un buen día para hacer algunos cambios en tu vida.
Una buena práctica espiritual es vivir hoy de tal manera que nos estemos preparando conscientemente para ese glorioso encuentro con Jesús. ¿Qué “responsabilidades” te ha confiado Él en esta vida y qué estás haciendo con ellas? ¿Buscas poner todos tus dones al servicio del Evangelio y de la difusión de la caridad? ¿Eres diligente en darte a Dios y a su santa voluntad? Esperemos que no haya dudas en tu respuesta. Si las hay, esta es una señal de que Dios puede querer más de ti aquí y ahora.
Uno de los mayores problemas con los que podemos luchar en este mundo es la tentación de buscar la satisfacción mundana aquí y ahora, a expensas de acumular tesoros celestiales. ¿Pero por qué? ¿Por qué buscar satisfacción momentánea y superficial aquí y ahora y arriesgarse a perder el gozo eterno?
Reflexiona, hoy, sobre el objetivo final que debes tener en la vida. Esta es la meta de estar completamente preparado para ese glorioso encuentro con nuestro Señor al pasar de esta vida a la próxima. El cielo puede parecer un poco intangible en este momento, pero cuando llegue el momento de encontrarnos con Jesús cara a cara, no será intangible en lo más mínimo. En cambio, se le informará inmediatamente de cada detalle de tu vida aquí en la Tierra. Tu fidelidad, día tras día, o la falta de fidelidad, día tras día, se convertirán en la fuente de tu gozo eterno o en la fuente de un arrepentimiento eterno.
Señor, ayúdame a mantener mis ojos en Ti y en Tu santa voluntad. Libérame de metas egoístas y momentáneas en la vida para que pueda buscar servirte solo de la manera que produce alegría en Tu corazón. Ayúdame a mantener la mirada en el Cielo ya prepararme cada día para ese encuentro eterno contigo. Jesús, en Ti confío.
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