sábado, 6 de diciembre de 2025

6 de diciembre del 2025: sábado de la primera semana de Adviento- Memoria de María en Sábado- San Nicolás, obispo

 

Santo del día:

San Nicolás de Myra

Siglos III-IV. El obispo de Myra (actual Türkiye) sufrió la persecución de Diocleciano. Asistió al Concilio de Nicea en 325. La leyenda se afianzó orándole, pidiendo su intercesión, llegando a ser muy popular, convirtiéndose en patrón de los niños y de los marineros.

 

 

Inclinado sobre sus hijos

(Isaías 30, 19-21.23-26) Dios es este rostro de compasión, inclinado sobre cada uno de sus hijos, tal como es, donde está. 

Escuchemos y dejémonos guiar: “Éste es el camino, camina por él”.

Es para ti hoy. Él escucha tu llanto, tu hambre, tu sed, tus lágrimas, tu angustia, tus heridas. Él no se asusta, te cuida. 

¡Así que no te asustes! Es a través de aquellos a quienes envía que Dios consuela y sana.

Colette Hamza, Javiera

 


Primera lectura

Is 30, 19-21.23-26

Se apiadará de ti al oír tu gemido

Lectura del libro de Isaías.

ESTO dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sion, que habitas en Jerusalén,
no tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera
el pan de la angustia y el agua de la opresión
ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán una palabra a tus espaldas
que te dice: “Este es el camino, camina por él”.
Te dará lluvia para la semilla
que siembras en el campo,
y el grano cosechado en el campo
será abundante y suculento;
aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;
los bueyes y asnos que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y con rastrillo.
En toda alta montaña,
en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
cuando el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes».

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 147(146),1-2.3-4.5-6 (R. cf. 3)

R. Dichosos los que esperan en el Señor.

V. Alaben al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. 
R.

V. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. 
R.

V. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. 
R.

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor nos gobierna, nos da leyes, es nuestro rey: él es nuestra salvación. R.

 

Evangelio

Mt 9, 35 - 10,1.6-8

Al ver las muchedumbres, se compadecerá de ellas.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

EN aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que ha llegado el reino de los cielos. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, arrojen demonios. Gratis han recibido, den gratis».

Palabra del Señor

 

 

Homilía

 

Hermanos y hermanas:

Hoy la Palabra nos lleva de la mano hacia un Adviento muy concreto: el Señor ve, se compadece, sana y envía; y María nos enseña a acoger esa mirada de Dios y a convertirla en servicio humilde y alegre.

1. Dios no es indiferente al dolor

Isaías nos ofrece una de esas promesas que en Adviento suenan como campanas de esperanza:
“El Señor tendrá piedad… te responderá”. El profeta no pinta un Dios lejano, sino un Dios que educa el corazón del pueblo y lo reorienta:
“Este es el camino, caminen por él” (Is 30, 19-21).

Hay una ternura muy fuerte en este texto: Dios no solo consuela; acompaña, corrige y guía. En tiempos de confusión —cuando uno no sabe qué decisión tomar, cómo sanar una herida, cómo recomenzar— la voz del Señor no grita: susurra con fidelidad.

Adviento es esto: volver a oír la voz. Volver a fiarse del camino de Dios cuando nuestros caminos se vuelven borrosos.

2. La misericordia se vuelve pan, lluvia y luz

El profeta usa imágenes hermosas: lluvia, cosecha, abundancia, luz que crece (Is 30, 23-26). Más que un discurso agrícola, es un lenguaje de alianza:
cuando el pueblo regresa al Señor, la vida florece.

Esto tiene una lectura muy realista para nosotros:

  • cuando una familia se reconcilia,
  • cuando un corazón deja la amargura,
  • cuando una comunidad decide sanar heridas,
    algo “llueve” por dentro.
    Dios no nos promete una vida sin lucha; nos promete una vida con sentido, con luz, con futuro.

3. El salmo: Dios levanta a los heridos

El Salmo 147 lo resume con un verso que hoy debería quedarse en la memoria del corazón:
“Él sana los corazones destrozados y venda sus heridas.”

Este es el Dios del Adviento:
el médico de lo profundo, el artesano que no descarta nuestras ruinas, sino que las reconstruye con paciencia.

4. Jesús mira la multitud… y se conmueve

En el Evangelio, Jesús recorre ciudades y aldeas, enseña, anuncia y cura. Y el texto revela el secreto de su misión:
“Al ver a la multitud, se compadeció de ella, porque estaban extenuados y abandonados.”

Antes de la misión, hay una mirada.
Antes del envío apostólico, hay compasión.
Esto es decisivo: la Iglesia no nace de una estrategia, sino de la ternura de Cristo.

Después Jesús llama a los Doce y los envía con un programa claro:
“Vayan… curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron, denlo gratis.”
La misión auténtica no es propaganda religiosa:
es restauración de la dignidad humana,
es sanación del dolor,
es anuncio de un Reino que ya está cerca.

5. El Año Jubilar: peregrinos de esperanza que sanan el mundo

En el marco del Año Jubilar, este Evangelio nos pone una pregunta directa:
¿qué significa ser “peregrinos de la esperanza”?

Significa al menos tres cosas:

1.    Caminar hacia Cristo con el corazón atento a su voz:
“Este es el camino…”

2.    Mirar como Él mira:
no con juicio rápido, sino con compasión activa.

3.    Servir como Él sirve:
“Gratis lo recibieron…”

El Jubileo no es solo una celebración; es una conversión del estilo de vida cristiano.
La esperanza cristiana no es optimismo ingenuo:
es caridad en movimiento.

6. María en sábado: la primera discípula de la compasión

En esta memoria mariana del sábado, María aparece como la mujer del Adviento permanente:
la que escuchó la voz de Dios,
la que guardó la Palabra,
la que convirtió la fe en disponibilidad.

Si hoy queremos aprender a evangelizar como Jesús, miremos a María:

  • Ella cree antes de comprender del todo.
  • Ella no se pone en el centro.
  • Ella lleva a Jesús a los demás —como en la Visitación— donde la esperanza se vuelve canto y ayuda concreta.

María nos enseña que la misión se hace con dos actitudes inseparables:
escucha y prontitud,
oración y servicio,
humildad y valentía.

7. Mensaje final para la comunidad

Hermanos, en este Adviento:

  • Si alguien está cansado de luchar,
    Dios le dice: “Yo te responderé.”
  • Si alguien está confundido,
    Dios le susurra: “Este es el camino.”
  • Si alguien está herido por dentro,
    el salmo nos consuela: “Él sana los corazones destrozados.”
  • Y si como Iglesia queremos vivir el Jubileo con verdad,
    Jesús nos encarga una misión sencilla y enorme:
    mirar con compasión y servir con gratuidad.

Que María, Madre de la esperanza, nos acompañe en este camino de Adviento.
Y que en cada gesto nuestro —una palabra que anima, una visita, un perdón, un servicio discreto—
muchos puedan sentir lo mismo que aquellos enfermos del Evangelio:
que el Reino de Dios está cerca.

 

**********

 

 6 de diciembre:

San Nicolás, obispo — Memoria opcional
c. 270–c. 346

Santo patrono de los niños, marineros, mercaderes, arqueros, ladrones arrepentidos, cerveceros, prestamistas, personas solteras, Rusia y numerosos países y ciudades




Cita:


“Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.”

~Mateo 19, 21

 

Reflexión:

San Nicolás de Myra, también conocido como Nicolás de Bari, Nicolás el Taumaturgo y San Nick, fue un obispo del siglo IV en Myra, Asia Menor, la actual Demre, Turquía. Su vida es también el origen de la leyenda de Santa Claus. Para el siglo VI, su tumba ya era ampliamente venerada debido a los numerosos milagros atribuidos a su intercesión. En el siglo XI, su cuerpo fue trasladado a Bari, Italia, donde permanece hoy. Hasta el día de hoy, sus restos corporales exudan un líquido, que al principio se pensó que era aceite, pero que ahora se cree que es agua, la cual se recoge, se mezcla con agua bendita y se distribuye a los fieles en botellas cada 9 de mayo, día en que sus reliquias llegaron a Bari. A este líquido se le suele llamar la “Maná de San Nicolás” y se cree que contiene un poder milagroso de sanación. Por esta razón, junto con el personaje mítico de Santa Claus, sigue siendo un santo muy venerado dentro de la Iglesia.

Muy poco se sabe sobre San Nicolás que sea históricamente verificable. Lo que sí sabemos es que fue obispo de Myra, que muy probablemente sufrió encarcelamiento durante la persecución del emperador romano Diocleciano y que fue uno de los obispos que asistieron al Concilio de Nicea en 325. Además de estos datos históricos, muchas leyendas posteriores han surgido sobre su vida.

Nicolás nació en el seno de una familia cristiana acomodada y devota. Cuando era joven, sus padres murieron por una epidemia, dejándolo huérfano y heredero de la fortuna familiar. Consciente de la exhortación que Jesús hizo al joven rico de “vender lo que tienes y dárselo a los pobres”, Nicolás hizo exactamente eso. Vendió su herencia y la distribuyó entre los necesitados. Algunos relatos de su vida afirman que su tío era el obispo de Myra y que lo ordenó sacerdote.

Una leyenda popular cuenta que, entre los beneficiados por su riqueza, había tres muchachas cuyo padre no podía pagar las dotes para que pudieran casarse. Su futuro era sombrío e incluía la posibilidad de recurrir a la prostitución para sobrevivir. Cuando Nicolás se enteró de esta dramática situación, arrojó por la ventana de su casa una bolsa de oro, que el padre utilizó como dote para su primera hija. Nicolás hizo lo mismo una segunda vez. Cuando la segunda hija se casó, el padre permaneció despierto toda la noche esperando una tercera bolsa de dinero. Cuando Nicolás arrojó la tercera bolsa por la ventana, el padre salió corriendo y le dio las gracias. Nicolás le pidió que no se lo dijera a nadie. Una versión del relato afirma que, cada noche, la bolsa de oro caía en medias colgadas junto al fuego para secarse, dando origen a la tradición navideña de colocar medias para San Nicolás, quien las llena en secreto.

En otro relato popular, Nicolás viajaba por mar hacia Tierra Santa. De repente se desató una tormenta y la tripulación temió por su vida. Nicolás oró y la tormenta cesó. Por este motivo, San Nicolás es patrono de los marineros y de quienes hacen travesías por mar.

Cómo llegó Nicolás a ser obispo es un misterio. Una versión del relato dice que, poco después del regreso del padre Nicolás de Tierra Santa, el obispo de Myra murió. Entonces el clero de Myra se reunió para escoger a un sucesor. Durante la reunión, Dios los inspiró a elegir a la primera persona que entrara en la iglesia a la mañana siguiente. Como el padre Nicolás había pasado toda la noche en oración, fue la primera persona en llegar al templo y fue elegido obispo.

Durante su tiempo como obispo de Myra, estalló una gran persecución en el Imperio romano bajo el emperador Diocleciano. En 303, Diocleciano, Maximiano, Galerio y Constancio —quienes formaban una tetrarquía que gobernaba todo el Imperio— emitieron una serie de edictos que ilegalizaban el cristianismo e imponían penas de tortura y muerte a quienes practicaran la fe. Esta fue la última y más violenta persecución de cristianos en el Imperio romano. En algún momento entre los años 303 y 306, el obispo Nicolás estuvo entre los arrestados y torturados. En 305, Diocleciano renunció al trono y, en 306, el César Constancio murió. Su hijo Constantino pasó a ser César en su lugar y ordenó la liberación del obispo Nicolás. En 312, se dice que Constantino tuvo una visión de la Cruz con las palabras: “Con este signo vencerás”. En 313, él y su coemperador Licinio emitieron el Edicto de Milán, concediendo tolerancia religiosa a los cristianos.

Una lista antigua de los obispos que asistieron al Concilio de Nicea en 325 incluye al obispo Nicolás. Aquel concilio fue convocado para abordar la herejía del arrianismo, que negaba la plena divinidad de Cristo, afirmando que el Hijo era un ser creado y no coeterno con el Padre. Algunas leyendas cuentan que el obispo Nicolás se indignó tanto ante los arrianos en el concilio que abofeteó a uno de ellos; por ese acto fue encarcelado, pero luego fue liberado por Jesús y la Santísima Virgen María. Otros relatos afirman que el hereje a quien abofeteó fue el propio Arrio. La bofetada es un motivo frecuente en el arte sagrado, incluida la iconografía ortodoxa.

Abundan otras leyendas sobre San Nicolás. Se dice que logró la liberación de varias personas injustamente condenadas a muerte, llegando incluso a detener la espada del verdugo. Durante una hambruna, un carnicero malvado mató a tres niños y conservó sus restos en salmuera para venderlos como jamón. El obispo Nicolás intervino y resucitó a los niños conservados en salmuera. Aunque impactante para el oyente moderno, esta historia fue ampliamente difundida en la Edad Media. Una imagen de ese milagro aparece en el arte sagrado y es una de las razones por las que muchos llegaron a considerar a San Nicolás patrono de los niños. Otro relato cuenta que, durante una nueva hambruna, un barco cargado de trigo destinado al emperador llegó a Myra. El obispo Nicolás convenció a los marineros de darle suficiente trigo para alimentar al pueblo durante dos años, prometiéndoles que el emperador recibiría todo su trigo. Cuando los confiados marineros entregaron el resto del trigo al emperador, pesaba lo mismo que cuando había sido cargado, a pesar de que gran parte se había dado al pueblo de Myra.

El obispo Nicolás murió el 6 de diciembre del año 346, aproximadamente (la fecha exacta varía según la fuente), y fue canonizado por aclamación popular. Su fiesta se convirtió en un día en el que los fieles realizaban obras de caridad, especialmente hacia los niños, una costumbre que continúa hoy. En 1054, la Iglesia católica se dividió entre Oriente y Occidente, dando origen a las Iglesias católica y ortodoxa. Esto dejó los restos de San Nicolás en manos de los ortodoxos. En 1071, los turcos selyúcidas capturaron Myra, controlada por los ortodoxos. En 1087, temiendo que los turcos maltrataran las reliquias de su venerado santo, marineros católicos italianos de Bari tomaron parte de los restos de San Nicolás de su tumba en Myra y los llevaron a Bari, Italia, donde más tarde el papa hizo construir una iglesia en honor del santo.

Aunque la mayor parte de lo que sabemos sobre la vida de San Nicolás es legendario más que históricamente cierto, esas leyendas han enriquecido mucho la fe del pueblo de Dios a lo largo de los siglos. Estas narraciones han inspirado fe y esperanza y han dado lugar a numerosos milagros reportados.

Al honrar hoy a este santo obispo de hace 1.700 años, contemple la fe del pueblo de Dios a lo largo de estos siglos, que se ha visto beneficiado por el arte sagrado, las peregrinaciones a su tumba y la milagrosa Maná de San Nicolás. Permita que la antigua devoción a él lo inspire, confiándose más plenamente a su intercesión, así como a la intercesión de todos los santos del Cielo.

Oración:

San Nicolás, por tu intercesión Dios ha tocado muchas vidas. Las leyendas de tu vida han inspirado la fe a lo largo de los siglos, así como tu ministerio sacerdotal y episcopal marcó a la gente de tu tiempo. Por favor ruega por mí, para que llegue a ser un verdadero santo y cumpla la misión que Dios me ha confiado. San Nicolás de Myra, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

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